Devuélvemela (2025)

 

Después del pelotazo que fue HÁBLAME (2022), los hermanos Philippou podrían haber seguido por el camino seguro: más terror adolescente, más adrenalina, más sustos. Pero no. En DEVUÉLVEMELA toman una ruta completamente distinta, más oscura y arriesgada. Esta vez no hay manos embalsamadas ni rituales virales: lo que hay es pérdida, duelo, y un vacío emocional tan espeso que se puede cortar con cuchillo. Es una película que no busca que saltes de la butaca, sino que te retuerzas por dentro. Y vaya si lo logra.

Un hermano y su hermana descubren un aterrador ritual en la apartada casa de su nueva madre adoptiva. Lo que parece un hogar seguro pronto se convierte en una pesadilla, donde figuras siniestras, extrañas imágenes en vídeo y sucesos paranormales los rodean.

La sinopsis puede recordar al terror gótico de manual. Pero la película no tarda en romper las expectativas del espectador. Aquí el miedo no está en las sombras o en las puertas que se abren solas, sino en lo que cada personaje calla, en lo que se ha perdido y no se puede recuperar. La narrativa se construye en base al silencio, a lo no dicho. El guion es sobrio, sin explicaciones innecesarias. Lo que importa no es tanto qué pasa, sino cómo se vive. Y eso se siente desde el primer minuto.


DEVUÉLVEMELA se cuece a fuego lento. Es una película que pide paciencia, porque su apuesta está en la acumulación de tensión más que en la sorpresa. Hay escenas largas, miradas sostenidas, momentos de silencio en los que uno no sabe si respirar o aguantar. Pero esa lentitud no es gratuita: está al servicio de una atmósfera pesada, incómoda, que te envuelve poco a poco y que no se hace aburrida en ningún momento. El terror aquí es sensorial. No hay "jump scare", pero sí un uso del sonido y de la luz que convierte cualquier escena en un campo minado emocional. La fotografía de Aaron McLisky, con tonos apagados y espacios cerrados, transmite claustrofobia sin recurrir a lo obvio. Y el diseño sonoro es sutil pero efectivo: cada crujido, cada voz lejana, cada silencio tiene peso en lo que esta viviendo el espectador en todo momento.


Lo más impactante de DEVUÉLVEMELA es su capacidad para transformar el dolor emocional en lenguaje cinematográfico. Esta no es una película sobre fantasmas, sino sobre el fantasma del duelo. Los personajes no están asustados por presencias externas: están lidiando con sus propias pérdidas, con la culpa, con el miedo a olvidar o a recordar demasiado. Hay una escena, sin spoilers, donde un simple gesto con un objeto cotidiano desencadena una reacción emocional tan potente que supera cualquier efecto especial. Ese es el tono que domina toda la película: un miedo que nace del corazón, no de la sangre.


El elenco es impecable. Billy Barratt entrega una actuación sólida, contenida, que transmite la carga de responsabilidad de un adolescente que intenta proteger a su hermana. Pero quien realmente se luce es Sora Wong, en su primer papel en una película que debería ponerla en el radar de todos. Ciega en la vida real, Wong aporta una autenticidad conmovedora. Piper es frágil pero valiente, vulnerable pero lúcida. Su interpretación es de las que dejan marca. Y luego está Sally Hawkins. Qué decir. Laura es uno de esos personajes que podrían caer fácilmente en el cliché, pero Hawkins le da una humanidad compleja, inquietante. Es cálida y aterradora al mismo tiempo. Su trabajo aquí es simplemente magistral y para cerrar el circulo, la actuación de Jonah Wren Phillips del que prefiero que lo veáis por vosotros mismos. Si hay algo que puede pesarle a DEVUÉLVEMELA, es su insistencia en algunas metáforas hacia el final. En su tercer acto, la película entra en un terreno más simbólico que, aunque poderoso visualmente, puede parecer algo redundante. Además, ese ritmo pausado que tanto suma al principio, podría resultar extenuante a ciertos espectadores que esperan un cierre más ágil. Aun así, estas decisiones no arruinan la experiencia. Al contrario, refuerzan el carácter artesanal y personal de la propuesta. Se nota que los Philippou están haciendo cine de terror desde un lugar emocional, no comercial. Y eso se agradece.


En definitiva y resumiendo: Por el momento, DEVUÉLVEMELA es mi película de terror favorita de este año. Y no hablo del terror tradicional, no está pensada para pasar el rato entre risas ni para asustar al espectador. Es una obra incómoda, introspectiva, y profundamente humana, de esas que te pegan en ciertas escenas un puñetazo directo al estomago. Los hermanos Philippou no quieren solo inquietarte: quieren que sientas. Y para eso construyen un relato donde el verdadero miedo nace de las emociones que no sabemos procesar, de los vínculos rotos, de la pérdida irreparable. La dirección es madura, el elenco está inspirado y la atmósfera logra calar hondo. Puede que no sea del gusto de todos —especialmente de quienes busquen un terror más convencional—, pero quienes entren en su estilo y tono van a salir tocados de la sala de cine. Porque DEVUÉVEMELA no se olvida fácilmente. Aparte de ciertas escenas que directamente te harán sufrir como espectador, es mas por lo que no muestra, sino por lo que deja.