
Frenética, violenta y divertida, FREE FIRE (2016) tiene
bastantes puntos para entretener, pero
en última instancia carece de las sorpresas necesarias para ser algo más que un
largo tiroteo en un almacén con personajes pintorescos. Cada vez que ves una película de Ben Wheatley, obtienes una sensación de odio/amor en sus largometrajes. Por poner un ejemplo HIGH RISE, su magnum opus del 2015, eran gloriosamente escandalosa y extravagantes, provocando huidas en su pase en el Festival de Sitges o aplausos en pie al final de la película (en los que me incluyo).