Film ambientado durante los disturbios raciales que
sacudieron la ciudad de Detroit, en el estado de Michigan, en julio de 1967.
Todo comenzó con una redada de la policía en un bar nocturno sin licencia, que
acabó convirtiéndose en una de las revueltas civiles más violentas de los
Estados Unidos.
Si el espectador ha visto EN TIERRA HOSTIL (2008) o LA NOCHE MÁS OSCURA (2012
se pueden llegar a dos conclusiones de Kathryn Bigelow: Una es que ella es una
gran directora y la otra es que no tiene miedo de “torturar” a los espectadores
para transmitir el sufrimiento que se muestra en pantalla. Después de ver DETROIT
(2017), puedo confirmar ambas conclusiones y que siguen siendo tan afirmativas
como en las anteriores películas.
Como el incidente en el Algiers Motel que es
la pieza central de la historia, nos encontramos atrapados en medio de la brutal
investigación durante gran parte de la película sin ninguna señal de escape, y
nuestra resistencia a la incomodidad es puesta a prueba (en mi caso ha
conseguido ponerme nervioso y de muy mala ostia).Los tres policías que dirigen esa
investigación sobre un tiroteo son hombres blancos y los residentes del motel
están compuestos por siete hombres negros y dos chicas blancas, por lo que no hace falta decir que la
película no tardará en desarrollar temas muy fuerte y peliagudos alrededor de la raza, el género y la
corrupción del poder (sobre todo cuando se lleva un uniforme).
Antes de que todo se vaya a la mierda (nunca mejor dicho)
seguimos un día en la vida de nuestros personajes principales. John
Boyega es Melvin Dismukes, un
guardia de seguridad que se une a la investigación policial de los disparos y
que sirve como punto intermedio entre las figuras de autoridad y las víctimas y
nos da un “héroe” potencial. Will Poulter es el oficial Krauss, dispuesto
a tomar medidas drásticas para garantizar su seguridad y escapar de la culpa
(aparte de ser un hijo de la gran puta). Algee Smith es
Larry Lee Cleveland y que sirve como el núcleo emocional de la película.
Un cantante del grupo “The Dramatics”, Larry no quiere nada más que disfrutar
de la vida y cantar para la gente. Aparte hay un plantel de secundarios
bastante extenso pero en general las actuaciones en DETROIT son fenomenales, sino también
su dedicación a contar esta historia.
El guion de Mark Boal es agudo, sincero e impactante,
incluyendo también alguno momento más ligero hasta que ya no hay espacio para
ninguno (sobre todo durante el segundo acto en el Motel). El guion de Boal
y la edición de William Goldenberg, combinada con la dirección de Bigelow,
hacen de una película que nunca deja de impresionar. DETROIT sinceramente te hace sentir
como si fuera 1967 y en medio de la revuelta.
No voy a Spoilear en la forma en que la historia termina, ya
que estoy seguro de que muchos de vosotros querréis ir a ver la película sin
investigar el suceso en primer lugar, pero basta con decir que la razón de este
incidente fue y sigue siendo tan polémico que resulta frustrante para el espectador (al acabar la película,ha salido
el público en un silencio sepulcral).Una historia de 50 años de antigüedad nunca ha parecido tan relevante, y mientras
ves la trama que se desarrolla, seguramente te encontrarás pensando en algunas
de las historias racistas de los últimos años. Si hay alguna desventaja para DETROIT,
por decir algo, es que es una película
que sin disculpas dice, "así es el mundo", sin ofrecer mucho en el
camino de la esperanza (o al menos un llamada a la acción) así que la gente que
busque una película positiva sobre la vida quizá se pegue una buena leche
contra la pared.
En definitiva y resumiendo: DETROIT es una prueba de
resistencia para el espectador, que le dejara destrozado una vez lleguen los créditos,
pero también, sin duda, estamos ante una de las mejores películas del año, ya
que es cine de primera calidad sin lugar a dudas.