Una mujer junto a sus dos mejores amigas llegan a España
para cerrar un gran negocio, pero en su lugar se ve inmersa en constantes
fiestas salvajes y discotecas, donde se enamora de un dj de fama mundial y se
da cuenta de que hay más en la vida aparte de su trabajo, que odia.
¿Recuerdas los lectores la película UNA NOCHE FUERA DE CONTROL (2017)? Aquella comedia donde una chica seria interpretada
por Scarlett Johansson y un grupo de
amigas pasaban una noche llena de locura y que se llevó muchos palos por parte
de la crítica. Pues IBIZA (2018) convierte a la anteriormente
mencionada en una obra maestra.
Por lo tanto todo lo que se muestra en la película es de un
nivel bastante bajo, la trama es esencialmente una excusa para que estas tres
mujeres pasen el rato, hagan bromas (sin gracia) se metan en algún problema
(que siempre lleva al mismo punto: Nada) y tal vez hagan un poco de crecimiento
personal en el camino. La falta de contenido de IBIZA comienza a asomarse cuando en
el primer acto que transcurre en Barcelona es un completo aburrimiento, con diálogos
sin chispa y situaciones “random” (atención al momento en el club “Aurora”). Se
puede comparar al de una película de vacaciones tipo Adam Sandler, solo que
incluso las de Sandler consiguen hacerte sonreír.
Aparte de ello, los “chistes” son intermitentes y,
finalmente son muy repetitivos. Las dos mejores amigas son personajes con un cliché
personal, haciendo y diciendo el mismo tipo de cosas una y otra vez hasta el
punto del suicidio (Una solo piensa en follar y la otra en hablar como un
rapero). Harper es torpe y tiene poca
confianza en sí misma, por lo que el lector puede adivinar cómo será su humor y su arco
argumental. El problema es que la mayoría de las situaciones en las que se
encuentran los personajes no son muy divertidas, locas o interesantes. Puede
que la guionista pensara que un toque realista iría mejor a la película pero es
un No rotundo.
La química entre los miembros del elenco es más que dudosa y
con unos actores en el que ninguno realiza un buen papel, quizá sea por su
horrible guion, pero es una lástima que teniendo a Jordi Molla no le hubieras dado el papel de narcotraficante en Barcelona.
Simplemente el repetir situaciones una y otra vez no lleva a ningún lado (donde
posiblemente 10 minutos de duración sea gente bailando temazos en la
discoteca).
En definitiva y resumiendo: IBIZA es una comedia “road trip” que
carece de trama, humor y propósito. Puede que en los primeros minutos creas que
pueda ser entretenida, pero cuando ves que no añaden nada más al argumento se
vuelve completamente agotadora. Los miembros del elenco no tienen química y las
situaciones en las que se encuentran son demasiada estúpidas como para
interesarnos. Al igual que muchas películas originales de Netflix, lo mejor es
que sirva como ruido de fondo mientras ves el móvil o hablas con alguien que la
esté viendo contigo. Una completa pérdida de tiempo.