Tanto Gi Taek (Song Kang Ho) como su familia
están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo Shik),
empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Sun Gyun),
las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos
totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles.
Bong Joon-ho es una de las voces más
originales y vibrantes que surgieron de la industria cinematográfica de Corea
del Sur, desde la explosión creativa de talento que parecía golpear a
principios de la década de 2000. A diferencia de muchos de sus compañeros, ha
sido capaz de saltar de un lado a otro entre películas en inglés y coreano con
facilidad, con SNOWPIERCER (2013) y OKJA (2017) lo suficientemente grandes como para
haber tenido lógicamente su selección de proyectos de prestigio. En cambio,
optó por regresar a Corea del Sur y volver a formar equipo con su actor de toda
la vida Song Kang-ho para una sátira social con un humor negro
especial. Explicar algo mas de la sinopsis hace que sea perjudicial para el
espectador, pero fiel a la forma del director, nada sobre PARASITOS (2019) es predecible.
A pesar de su entorno surcoreano, no es difícil imaginar que
los espectadores encuentren mucho con lo que relacionarse, con la amarga
división de clases entre los que tienen y los que no tienen, ilustrados aquí de
una manera que las películas norteamericanas aún no han abordado. Ayuda que la
familia de clase baja no sea sentimental, de hecho, todo lo contrario. Más
bien, son retratados de la misma manera que sus opresores de clase alta.
Tonalmente, esta es una película elaborado delicadamente,
con una primera mitad casi como una comedia. La familia en la que hunden sus garras
también es retratada de una manera cómica, con un padre snob y elitista que no
es tan inteligente como él cree que es, mientras que su bella esposa (Cho
Yeo-jeong) es tan crédula que no toma mucho tiempo convencerla de que
cambie de ideas de un momento a otro.
En la segunda mitad, el tono comienza a cambiar a medida que
nos adentramos en un territorio más oscuro, a medida que los resentimientos de
clase comienzan a acumularse. Aquí, se convierte en una visión completamente
única de los que tienen y los que no tienen, con nuestra familia inicialmente
pícara que muestra un verdadero patetismo y, no inusual para una película de Bong
Joon-ho, la constante amenaza de que los desequilibrios de la clase se
tambaleen en el caos y la violencia. Esto lo convierte en un interesante
contrapunto a SNOWPIERCER, que abordó
muchos de los mismos temas, aunque de una manera más centrada en la ciencia
ficción. PARASITOS se siente real,
demasiado real a veces.
En definitiva y resumiendo: Una vez más, una película como PARASITOS depende de una audiencia que la vea
intacta, por lo que no puedo decir mucho sobre la segunda mitad de la película.
Es suficiente decir que es vanguardista y completamente impredecible, con Song
Kang-ho entregando otra actuación imponente que es un fuerte contraste
con el adorable personaje que parece estar jugando inicialmente. Nos alienta a
reírnos de su pobreza desde el principio, lo que hace que el público, de alguna
manera, sea culpable de lo que viene después, en cuanto a Bong Joon-ho,
es obvio que no hay nada gracioso sobre la pobreza o el elitismo. Esta es una
parábola para nuestro tiempo, pero más allá de eso, también es una película
tremendamente entretenida y que merece muchísimo la pena, entrando directamente en una
de las mejores películas de este 2019.