Mi Nombre es Dolemite (2019)


Cuenta la historia real de Rudy Ray Moore (Eddie Murphy), un artista que interpretó el rol de un "chulo" de prostitutas muy conocido en la década de los años 70 llamado Dolemite.

MI NOMBRE ES DOLEMITE (2019) marca la primera película de Eddie Murphy desde el largometraje titulado MR CHURCH (2016) y es fácilmente su película más destacada en casi una década. Desde al menos mediados de los noventa, se ha centrado principalmente en las películas para toda la familia, pero este es su tan esperado regreso al tipo de humor vanguardista y obsceno que lo convirtió en una estrella, y eso para un fan del actor es mas que bienvenido.


Ayuda que Murphy se haya emparejado con talento detrás de la cámara, incluido el director Craig Brewer (HUSTLE & FLOW) y los guionistas Scott Alexander y Larry Karaszewski (ED WOOD). Hay algo de Wood en Rudy Ray Moore, con él siendo un personaje implacablemente optimista, que nadie escucha cuando la gente le dice que su trabajo no es bueno, y que también atrae a un núcleo leal de colaboradores que se convierten en una familia sustituta. Sin embargo, a diferencia de Wood, Moore, aunque sin pulir, tenía talento. DOLEMITE (1975) no era una obra maestra, pero a diferencia de Wood o incluso Tommy Wiseau, solamente intentaba crear una comedia alrededor de su personaje (con todas sus excentricidades).


Si bien de alguna manera es familiar para el espectador y mas teniendo en cuenta la película de THE DISASTER ARTIST (2017), esta tiene una ventaja que esa película no tenía y surge como algo más que una broma, con mucho que decir sobre la representación y aprovechar las oportunidades cuando se enfrenta a los detractores (a diferencia de Wiseau, Moore no tenía millones escondidos). Murphy realiza un papelón, con Moore retratado como un tipo tranquilo y agradable, aunque cuando se transforma en el su “alter ego” Dolemite, este es el Murphy más desencadenado en años. Puede que ya no sea el bocazas que era en LIMITE: 48 HORAS (1982) pero Murphy todavía tiene magia en su interior, y esto podría dar lugar a un resurgimiento para el actor, que todavía es querido por gran parte de los espectadores.


Sin embargo, incluso dejando afuera a Murphy, MI NOMBRE ES DOLEMITE tiene mucho que decir. Alexander y Karaszewski son tesoros de información sobre esta era en Hollywood (son colaboradores habituales de "Trailers from Hell"), y es una sátira conocedora del estado del negocio en la era, burlándose de la forma en que las películas de ese tiempo estaban esencialmente segregando a pesar de que Hollywood quería parecer tan liberal. Una de las escenas más divertidas es que Moore y sus amigos van a ver PRIMERA PLANA (1974) de Billy Wilder y no entienden ninguno de sus chistes (los fanáticos de Wilder no deberían enfadarse demasiado; siempre dijo que era una de sus peores películas).


Brewer dirige de una manera que representa la elegancia de las modas y los peinados de la época, haciendo que parezca una película de “Blaxploitation” de la época hasta cierto punto. El elenco en gran parte es de color, con Wesley Snipes destinado a robar escenas interpretando al actor D'Urville Martin, al que Moore convenció no solo de ser coprotagonista sino para dirigir DOLEMITE. Snipes no ha sido tan divertido desde A WONG FOO (1995) y Murphy traerá de nuevo al actor para interpretar al villano en la secuela de EL PRINCIPE DE ZAMUNDA (1988) que llegará a finales del 2020. También Craig Robinson, Mike Epps y Tituss Burgess (con cabello) son divertidos como los amigos de Moore, que se convierten en productores de facto, mientras que Da'Vine Joy Randolph es un verdadero hallazgo como Lady Reed, una ama de casa descuidada que Moore saca de la penuria y se transforma en su mejor coprotagonista. Kodi Smit-McPhee también tiene un buen papel como uno de los estudiantes de la escuela de cine que Moore contrata para formar su equipo y rápidamente se hacen amigos del actor. Quiero decir, ¿quién no querría ser amigo de Dolemite?.


En definitiva y resumiendo: Es fácil decir que MI NOMBRE ES DOLEMITE es el mejor trabajo de Eddie Murphy desde BOWFINGER (1999) pero incluso allí podría decirse que estaba jugando a ser el compañero de Steve Martin, por lo tanto, esta es su mejor película en solitario desde EL PROFESOR CHIFLADO (1996). Llevando en los créditos finales un conmovedor homenaje a su hermano, el fallecido y también actor Charlie Murphy, este es el gran regreso del actor que nunca debería haberse ido y debería ser una elección para ver por cualquier espectador que tenga Netflix.

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