Terrores Nocturnos: El Abominable Doctor Phibes (1971)

 

"Nueve la mataron; ¡nueve morirán! Ocho han muerto, pronto serán nueve. ¡Nueve eternidades en la perdición!" Si ese tipo de dialogo exagerado no le brinda algún tipo de emoción al corazón del espectador, posiblemente no le ocurrirá nunca. No disfrutará de EL ABOMINABLE DOCTOR PHIBES (1971) una brillante película de terror dentro del “camp” (tipo de sensibilidad estética del arte popular que basa su atractivo en el humor, la ironía y la exageración). No disfrutarás de la gloria del retorcido “país de las maravillas” de Phibes, el asesinato y la venganza. Sin embargo, si puede sentir algo en su corazón leyendo el principio de la crítica, le espera un hermoso regalo en forma de largometraje.

Después de que un equipo de cirujanos acabara con la vida de su esposa en una chapucera intervención quirúrgica, el doctor Phibes (Vincent Price), un diabólico personaje, asesina a algunos de ellos utilizando terribles métodos extraídos de textos antiguos. Un detective de Scotland Yard (Peter Jeffrey) le sigue la pista con la ayuda del doctor Vesalius (Joseph Cotten), el jefe del equipo médico que operó a la mujer de Phibes (Caroline Munro).

La sinopsis tan breve de la historia no le hace justicia a esta película. Es un espectáculo visual, brillante y colorido, en lugar de la esperada oscuridad y decadencia. El director Robert Fuest llena su película con la mayor cantidad de colores posibles: verdes, dorado etc. Y todo ello contrasta con el rostro pálido de nuestro querido Dr. Phibes, creando una extraña desconexión entre el mundo y el vengativo médico. Y no se limita solo al color. La película es una orgia de elementos visuales que se extienden más allá de los tonos simples. Si bien la paleta brillante es una cosa, el puro asombro de los elementos visuales es otra. La trampa con la máscara de rana, la orquestra mecánica del Dr. Phibes, la elaborada trampa mortal con ácido: estos son elementos visuales asombrosos y un festín para los ojos del espectador.



Más allá del simple placer visual, es el método de la locura de Phibes lo que realmente da vida a la película. Si bien el concepto simple de asesino vengativo parece exagerado, es la forma en la que Phibes lleva a cabo estos asesinatos lo que redime un concepto que de otro modo sería simple. En lugar de apuñalamientos y decapitaciones, los asesinatos de Phibes emulan cuidadosamente las diez plagas de Egipto. Los murciélagos, las ratas y los insectos juegan su papel, pero algunas de las interpretaciones más creativas son las verdaderas joyas de la película. La plaga de ranas, que normalmente no es un animal mortal, se ejecuta con una hermosa y mortal máscara de rana, que aplasta a su víctima. La plaga de las bestias utiliza una estatua de unicornio dorado con un gran efecto espeluznante (y cómico). Finalmente, la plaga de la muerte del primogénito construye una trampa sádica décadas antes de que Jigsaw hiciera de las suyas con la saga de SAW. Con un tema que tan fácilmente podría deslizarse hacia lo absurdo y lo estúpido, EL ABOMINABLE DOCTOR PHIBES no va por ninguno de esos caminos. Cada asesinato es original para su época y brillantemente creativo.



Sin embargo, a pesar de los lujosos adornos, es el propio Phibes quien impulsa esta película. Gracias al desempeño del gran Vincent Price, Phibes ya no es simplemente memorable; se vuelve legendario. Desde el principio, cuando vemos a Phibes, vestido de forma operística, tocando su órgano, levantando las manos de una manera dramática, sabemos que nos espera una película diferente. Phibes se establece instantáneamente como un villano exagerado. Price, como resultado de las particularidades del personaje, tiene marcadas limitaciones en su actuación y sobresale a pesar de ellas. Si bien puede que no parezca que está actuando bajo una máscara, lo es: una máscara literal de su propio rostro.  Debido a que su expresión está configurada en látex, toda la actuación proviene necesariamente del lenguaje corporal. De hecho, Price ni siquiera habla durante la primera media hora de la película. Sin embargo, Price se eleva desde dentro del papel, creando un villano convincente, impregnado del poder del misterio. Sin rostro ni trasfondo, el rostro inmóvil de Phibes contrasta marcadamente con movimientos exagerados y sus escenas con monólogos.



En definitiva y resumiendo: EL ABOMINABLE DOCTOR PHIBES es de obligada visión. Ya sea por su estilo visual, su explosión de colores, las originales muertes y la excelente actuación de Vincent Price. Si eres amante del terror y no la has visto, es algo que tienes que hacer. Y si por otra parte te gusta el estilo “camp” mezclado con arte, belleza, terror e inteligencia… que haces leyendo esta crítica, cuando tendrías que estar ya empezando a ver EL ABOMINABLE DOCTOR PHIBES.