Asia Presenta: Love Life (2022)

 

El director japonés Kôji Fukada tiene solo 43 años, pero ya ha acumulado una trayectoria impresionante. Hizo sus primeras películas como estudiante en la escuela de cine de Tokio. Más tarde se unió a la compañía de teatro Seinendan, dirigida por Oriza Hirata, una dramaturga y directora muy aclamada, donde aprendió mucho sobre guiones y técnicas cinematográficas. En 2016 consiguió gran éxito con su largometraje HARMONIUM, ganando el premio del jurado en Cannes en la sección “Un Certain Regard”. Ahora nos presenta la película LOVE LIFE (2022), siendo esta una conmovedora exploración del amor y la vida en la estricta sociedad japonesa contemporánea.

Taeko vive felizmente junto a su marido Jiro y su hijo Keita, pero un inesperado accidente cambia radicalmente sus vidas. Tras el repentino regreso de Park, el padre biológico de Keita, Taeko empezará a plantearse un nuevo objetivo vital, aunque para ello deba romper con todo lo que había construido hasta entonces.

Desde el primer momento, LOVE LIFE atrapa al espectador con una narrativa sólida y una cinematografía impresionante. La trama se centra en la vida de dos personajes principales, Ayako y Hiroshi, cuyos caminos se cruzan en un momento crucial de sus vidas. La película examina la evolución de su relación desde un encuentro casual hasta un vínculo profundo y significativo. La dirección de Hiroshi Nakamura es notable por su habilidad para capturar la esencia de la vida cotidiana en Japón. A través de una atención al detalle y una estética visualmente atractiva, el director logra sumergir al espectador en la cultura y el ambiente de las calles de Tokio. Cada escena está cuidadosamente preparada, lo que refuerza la conexión emocional entre los personajes y el público.



El guion, escrito por Mika Omori, es otro punto destacado de la película. La historia se desarrolla de manera gradual y orgánica, permitiendo que los personajes evolucionen de manera realista a lo largo de la trama. El guion está lleno de reflexiones profundas sobre el amor, la soledad y las expectativas sociales. La forma en que el guion aborda estos temas es especialmente interesante e incluso, conmovedor. El elenco también merece aplausos por sus actuaciones. Aoi Miyazaki y Kento Yamazaki encarnan a Ayako y Hiroshi de manera notable, transmitiendo las complejidades emocionales de sus personajes de manera real. Su química en pantalla funciona, lo que ayuda a establecer una conexión emocional con el público y a hacer creíble su relación. El reparto de actores secundarios también está bien elegido y aporta matices adicionales a la historia. No hay que olvidarse de la banda sonora realiza por un novato Olivier Goinard, que se complementa totalmente con las imágenes que suceden en la pantalla, mezclando imágenes visuales atractivas con una música conmovedora.



A pesar de todos estos puntos positivos, LOVE LIFE también tiene sus aspectos negativos. La duración de la película, que se extiende a casi dos horas, podría haberse reducido ligeramente sin afectar la historia principal. Algunas escenas y subtramas podrían haber sido más concisas, lo que habría contribuido a mantener un ritmo más fluido en ciertos momentos. Además, aunque la película aborda temas universales del amor y la vida, pero algunos aspectos de la trama pueden resultar predecibles para los espectadores familiarizados con este tipo de género. Aunque la dirección roza la excelencia y se logra una conexión emocional con el espectador, los giros y el desenlace de la historia pueden que no sean una sorpresa para el público.



En definitiva y resumiendo: LOVE LIFE es una película cautivadora, pero sabiendo por parte del espectador, a lo que está dispuesto a ver. Con un ritmo lento, la película examina el amor en la sociedad japonesa. Con una buena dirección, actuaciones y guion, la película logra capturar la esencia de las relaciones humanas en un mundo cada vez más difícil. A pesar de sus puntos negativos, LOVE LIFE es una experiencia cinematográfica que se necesita en ocasiones en la cartelera, que llega a tocar el corazón del espectador y dejarle una impresión duradera, una vez que abandone la sala de cine.