El Padre Michael, que cree estar espiritualmente bendecido, tendrá que luchar entre contra los demonios en una iglesia de Nueva Orleans donde se han asesinado brutalmente a dos sacerdotes...
El Padre Michael, interpretado por Ben Cross, se nos presenta como guía de esta pequeña congregación del terror, donde las muertes misteriosas plantean un rompecabezas que es tanto espiritual como sangriento. No obstante, la actuación de Cross parece caer en un abismo de actuaciones estereotipadas y diálogos que entierran su talento, resultando en un personaje principal que no logra sostener el protagonismo que el guion le intenta adjudicar. Uno de los puntos que más tensa la cuerda del pecado cinematográfico es la estética visual de "RETO AL DIABLO", que si bien busca ser un espectáculo de horrores decorados con elementos religiosos, se queda corta y perdida en traducciones visuales que parecen más propias de una casa de sustos de feria que de una pesadilla aterradora. La dirección de arte vacila entre lo impresionante (sobre todo en mi tercer acto) y lo incoherente, y, por momentos, tiene la delicadeza de un exorcismo realizado con un martillo.
Añadiendo a la carga de los pecados fílmicos, se encuentran actuaciones secundarias de figuras como Hal Holbrook y Ned Beatty, que aunque podrían ser considerados como salvadores, se ven atrapados en el lio general y resultan ser más bien una promesa sin cumplir y un potencial desaprovechado. El clímax, mientras se juega sin revelar demasiado, es ciertamente el más piadoso de los intentos por compensar las flaquezas previas del largometraje. Aunque se incurre en un alarde de visualidad y se enfoca el enfrentamiento entre el bien y el mal que la película tanto anhelaba, la ejecución parece un misterio rezado a medias, dejando al espectador con una sensación de que el largometraje podía haber sido mejor.
En definitiva y resumiendo: "RETO AL DIABLO" subyace como un texto fílmico que necesitaba más fe en su propio sermón como película de terror. Aunque su premisa y alguna escena muy interesante le podrían haber encumbrado, queda como un largometraje que, a pesar de sus intentos, no llega a convertirse en el clásico que podría haber sido (o quería intentar) sino que más bien se consagra como un ejemplo de cómo ni la más santa de las intenciones puede compensar un conjunto de errores cinematográficos.