El Agente Topo (2020)

 

¡Cuida a tus mayores! No se puede repetir lo suficiente, especialmente en estos tiempos de pandemia, cuando la generación de gente mayor está particularmente expuesta. EL AGENTE TOPO (2020) como documental chileno es, por tanto, oportuno. Porque detrás del subterfugio más o menos convincente de la investigación secreta en un hogar de jubilados, EL AGENTE TOPO muestra una paciencia admirable para darnos a conocer, para luego amar finalmente a los residentes de cierta edad. Para la directora Maite Alberdi, la verdadera apuesta de su película difícilmente parece ser el descubrimiento de un supuesto maltrato. Trabaja más para acentuar el aspecto humano de esta incursión libre de patetismo en un microcosmos cerrado al mundo exterior.

Sergio es un espía chileno. O algo parecido. Al menos, se le ha ofrecido este trabajo después de un casting organizado por el detective Rómulo, un investigador privado que necesita a un topo creíble para infiltrarse en un hogar de jubilados. La cliente de Rómulo, una hija de una residente sospecha que su madre podría estar siendo maltratada, por lo que le contrata para descubrir qué es exactamente lo que está sucediendo en la residencia. Sergio, sin embargo, tiene 83 años y no es precisamente el agente 007, por lo que no le resulta nada fácil aprender a manejar la tecnología y la metodología de espionaje. Mientras trata de recolectar pruebas, Sergio entabla amistad con algunos de los jubilados y se da cuenta que la supuesta terrible verdad que buscaba no tiene absolutamente nada que ver con lo que tanto él como Rómulo habían sospechado.

Porque a medida que la misión ultrasecreta se desvanece en un segundo plano, con sus artilugios del siglo XXI que indican con cierta picardía con la brecha entre las generaciones, la historia gana en profundidad humana. Al principio es solo un hombre anciano, dispuesto a hacer cualquier cosa para escapar de la monotonía de su reciente viudez, Sergio se convierte poco a poco en actor en su estadía temporal en el hogar de jubilados. Por tanto, sus informes tienden a liberarse del yugo de la eficacia policial, para reflejar mejor los sentimientos de este hombre temporalmente privado de autonomía. Para terminar con la observación, de que la desautorización de las generaciones que nos precedieron es menos el resultado de una disfunción del sistema de atención, tanto en Chile como puede ser Europa, en cualquier caso.



Por regla general, uno de los aspectos esenciales de un documental es su relación con la realidad. Eso sí, siempre hay un formato más o menos marcado en este género cinematográfico. Pero en su mayor parte, lo que ves en la pantalla es lo que realmente sucede, sin demasiada puesta en escena de antemano. De ahí se puede tener una pequeña molestia como espectador en EL AGENTE TOPO, que entonces se parece mucho más al prólogo de una trama de ficción detectivesca que aclarar con la cámara un cierto tema concreto. De entrada, establece un nivel de observación distorsionado, aunque la puesta en escena no se abstiene de jugar luego con el tema que se establece en la trama.



Sin embargo, la premisa del detective privado, que recluta a Sergio en nombre de un cliente que finalmente nunca será visto, sigue siendo una de las artimañas de guion más frágiles. ¿Era realmente esencial comenzar la narrativa documental con este pretexto, o incluso traerlo de vuelta a intervalos regulares, mientras que los intereses de la película han ido evolucionando mientras tanto? De hecho, los relatos del concienzudo protagonista no añaden mucho a la trama, aparte de subrayar cómo sus observaciones subjetivas están en desacuerdo con el trabajo objetivo que se le pide. Esto convierte a la trama, en donde hay un desarrollo que es fallido en ciertas ocasiones, y más cuando ves que el ritmo y la narración tienen sustancia por sí mismos.



Por lo demás, el documental es prodigioso en cuanto a la visión y los sentimientos de esta ambigua visita a una comunidad de la que el mundo del cine tiene muy poco interés. De hecho, el vocabulario visual de la puesta en escena es tan sofisticado que ayuda a borrar aún más las marcas entre la ficción y la realidad. La vitalidad de los colores y la belleza del encuadre contrastan con la frialdad clínica generalmente asociada con este tipo de hogares de jubilados/ residencias de ancianos. Atestigua sobre todo el innegable talento de la directora para desenterrar momentos maravillosos.



La película también es inteligente para distinguir a las personas que están al final de su vida y que ya están demasiado enfermos física y mentalmente para participar activamente en el documental y aquellos que lo embellecen con su propio carácter. EL AGENTE TOPO se centra cada vez más en estos últimos, hasta el punto de convertirlos en formidables fuentes de alegría y dolor. De hecho, la muerte nunca está muy lejos en tales circunstancias. El objetivo es, entonces, suavizar sutilmente estos temas serios para darles un toque cómico que hace que en general todo funcione de la mejor manera.



En definitiva y resumiendo: EL AGENTE TOPO es un documental entrañable. Es cierto que la narración de la investigación a veces falla, y hace desconectar al espectador. Pero por lo demás, la directora Maite Alberdi muestra una sensibilidad excelente sobre la gente que aparece en el documental, con un retrato de la gente mayor lleno de ternura y que nos hacen apreciar la vida a cualquier edad.


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