Documental que investiga el ascenso a la fama del yogui
Bikram, en la década de los años 70, hasta las acusaciones de violación y acoso
sexual del que ha sido acusado en los últimos tiempos.
Está claro que ciertos personajes tienen cualidades que son
dignas de estudio, con sus oscuras intenciones no van de cara hacia la persona
que quieran atrapar, sino que la arrastran lentamente hasta que se dan cuenta
de que ya no hay salida. Esto queda claro con el nuevo documental de Eva
Orner titulado BIKRAM: YOGI, GURU,
DEPREDADOR (2019) que ha sido lanzado
a través de Netflix, sobre el despreciable y asqueroso (así de claro lo digo) Bikram
Choudhury creador del “Hot Yoga” y el autonombrado “Bikram Yoga” que se
beneficio de ese estilo de Yoga y sobre todo de las victimas (la mayoría mujeres)
que gradualmente hablaron de los secretos que tenía Bikram Choudhury
escondidos de cara a la galería.
En resumidas cuentas: Choudhury, con su
atuendo característico que eran unos diminutos “Speedos” negros, su cabello en
forma de coletilla de samurái se ve exactamente como el violador que es, o al
menos es creíble que lo fue ya que acabo huyendo de los Estados Unidos, país donde
hizo su fortuna, y negándose a cualquier tipo de trato judicial (monetario) a
sus víctimas e incluso a su ex-asesora legal (que se olía la tostada). Para ser
sinceros, el mundo real es diferente al de ficción y este violador sigue
haciendo clases en el extranjero (para sorpresa de nadie, este 2019 sus clases
han sido en España) todavía protegido por su cómplice y ex esposa y obvio que
ambos se negaron a participar en el documental de Eva Orner.
BIKRAM: YOGI, GURU, DEPREDADOR comenta los orígenes de las prácticas del “Hot Yoga” de
Bikram: 26 posiciones más 2 respiraciones en una habitación con
una calefacción a 37 Grados y su delirio, narcisista mientras insulta a sus
alumnos, que vino con él desde Calcuta, donde nació en 1944, a los Estados
Unidos, donde llegó en los años 70, aparentemente porque el presidente Richard
Nixon pidió su ayuda para un problema con una de sus piernas, donde
Bikram le sano con su yoga y Nixon le dio el permiso de residencia en Estados
Unidos (¿o no?). Sus afirmaciones extrañas incluyen haber enseñado yoga a los
astronautas de la NASA e inventado la bola de discoteca; difícil de creer en el
mejor de los casos, pero especialmente porque la evidencia descubierta por el
libro Calcuta Yoga de Jerome Armstrong que ha demostrado que
incluso las primeras afirmaciones de Bikram sobre su famosa practica
(26+2) que realmente no invento y que la mitad de los elogios que dice son
completamente falsos e inventados.
Sin embargo, el control de Choudhury era
absoluto, y oponerse a él, ya sea en los negocios o al exponer su
comportamiento depredador e intolerante, era arriesgarse a la ruina social y
financiera. Demasiado poder se concentró en sus manos y en las de sus devotos,
muchos de los cuales todavía operan estudios de Bikram en los Estados Unidos
incluso hoy, a la luz de las acusaciones presentadas en su contra por las
mencionadas Jafa-Bodden, Larissa Anderson y Sarah
Baughn, quienes lo denunciaron en 2014 y donde estas dos últimas son
las voces más fuertes dentro del documental.
En definitiva y resumiendo: El documental de Eva
Lorner convence al espectador debido al material de archivo que
presenta, tanto de las victimas como momentos de declaraciones y entrevistas en
primera persona. El retrato de Bikram deja claro que es un tipo
que no sabe diferenciar la realidad, debido a su egolatría absoluta y a sus
abusos a mujeres. Gracias a la valentía de Larissa Anderson y Sarah
Baughn demuestran que todo lo que dice Bikram es mentira.
Que fuera de Estados Unidos se le permita a este pervertido seguir haciendo
clases de su “Hot Yoga” es un claro signo de alarma y espero que gracias a este
documental que nos trae Netflix pueda ayudar de alguna manera a corregirlo.