Conan, un niño nacido en plena batalla que habita en una
aldea bárbara, graba en su memoria los rostros de los guerreros que matan a su
familia. Años después, el joven Conan se convierte en un forzudo y valiente
guerrero.
Además de TERMINATOR
(1984), se puede decir que CONAN EL BARBARO (1982) es uno de los roles más emblemáticos de Arnold
Schwarzenegger. La película fue una aventura de brujería y espadas que,
gracias a una fuerte dedicación a las diversas iteraciones del material original,
ha resistido la prueba del tiempo y sigue siendo una de las películas favoritas
para muchos amantes del cine. Dado el reconocimiento duradero del personaje, no
sorprende que Hollywood tuviera interés en una nueva película de Conan. Pero en
el 2011, Schwarzenegger tenía sesenta años, y en vez de realizar
el esperado “Conan Rey”, se realizó una nueva adaptación al personaje. El
director Marcus Nispel encontró a su Conan en Jason Momoa
que venía de realizar JUEGO DE TRONOS, pero ¿ha creado la nueva versión de la icónica
franquicia, o simplemente ha realizado una película sin el encanto de la
original?.
Desafortunadamente, a pesar de algunos momentos
entretenidos, CONAN EL BARBARO (2011) es una película hueca de “beat 'em up” con muy poco
cerebro. Sin duda, algunos cinéfilos disfrutarán del desfile constante de sangre
y diálogos secos, pero cualquiera que busque una emocionante película de
aventuras probablemente se decepcionará. En realidad, no es culpa de Momoa: el actor logra agregar encanto e ingenio a Conan. Al final, es un guion endeble
y secundarios con desarrollo plano los que demuestran ser el verdadero enemigo
del bárbaro.
El acto de apertura de la película presenta un vistazo
sorprendentemente interesante de la cultura guerrera cimeria, así como una
mirada inquietante a Conan como un adolescente que patea culos. Ron
Perlman tiene un sólido lugar de apoyo como padre de Conan, antes de
que el ejército de Zym destruya todo y luego envíe la película a una pista de
acción lineal con poco desarrollo de personajes o "historia" para que
el público pueda disfrutar.
Los personajes (y, posteriormente, las actuaciones) de la
película son en su mayoría una breve pincelada dentro de la historia. Jason
Momoa tiene de lado un físico impactante y expresiones faciales sutiles
que dan una idea de Conan, que son especialmente importantes, ya que la mayor
parte del diálogo del bárbaro se reduce a diálogos de una sola línea. Para todo
el encanto de Momoa, no hay ningún lugar para que él pueda
despuntar con su personaje, ya que cada relación es plana y simplemente sirve
para mover la historia del punto A al punto B, en lugar de intentar desarrollar
algo interesante en el camino.
Del mismo modo, Rachel Nichols es competente
como Tamara que es el interés amoroso de Conan; Sin embargo, la trama real de
la película reduce al personaje aparentemente duro a una damisela en apuros.
Tanto Stephen Lang como Rose McGowan dan
interpretaciones extrañas como Zym y Marique, respectivamente, y sirven como un
buen ejemplo de cómo CONAN EL BARBARO toca rutinariamente relaciones complicadas, aunque
desordenadas, y posibles giros en la trama, y luego no hace absolutamente nada
con ellos.
En definitiva y resumiendo: Quizá por eso haya dudado tanto
en verla hasta este 2020, pero CONAN EL BARARO rara vez se eleva como una aventura de fantasía básica,
a menos que se mida por la cantidad de sangre en la pantalla. La película se
destaca por alguna escena de acción cuerpo a cuerpo, pero carecen de tensión o algún
tipo de sorpresa. Incluso los momentos de CGI como los espíritus de arena o las
criaturas acuáticas, no son memorables y emocionantes.