Parece ser que a la actriz Maika Monroe no la
dejan tranquila en sus papeles artísticos, ya que después de la película IT FOLLOWS (2014),
vuelve a ser observada y vigilada. Por lo tanto, la paranoia y los delirios
vuelve a hacer acto de presencia. Al igual que el largometraje de David
Robert Mitchell, WATCHER (2022)
se las arregla muy bien para desarrollar una sensación de inquietud. La
principal razón de esto es la exitosa puesta en escena. La directora Chloe
Okuno demuestra que tiene buen ojo para ubicar a sus personajes con
prudencia y usar la ambientación de la escena para crear una gran atmósfera y
por ende el suspense.
Francis (Karl Glusmann) y su esposa Julia (Maika Monroe) se mudan a Bucarest para buscar oportunidades profesionales. La mudanza y la adaptación a un nuevo país parecen ir bien al principio, aunque solo Francis habla rumano. Sin embargo, después de un tiempo, los dos se dan cuenta con preocupación de que un asesino en serie está haciendo “travesuras” en la ciudad. Si bien Francis no parece tener ningún problema con eso, todo le pasa factura a Julia, que está sola en casa la mayor parte del tiempo. Su mal presentimiento se profundiza cuando se da cuenta de que un hombre del edificio de enfrente la está observando y acechando.
Una y otra vez, en el piso en el que se encuentra Julia parece abrumador. Es una persona vulnerable en un entorno desconocido y hostil. Junto con los colores fríos, esto crea una sensación realmente opresiva e incómoda que es lo que transmite la historia, porque WATCHER no destaca por tener una gran profundidad emocional. Esto se debe principalmente a dos cosas. Por un lado, aparte del sentimiento de paranoia, la trama realmente no ofrece mucho. La mayor parte del tiempo vemos gente mirando y siendo mirada, lo que en cierto punto se vuelve bastante repetitivo. Esto no se debe necesariamente a la decisión fundamental de mostrar a la gente observando, sino mucho más a cómo se desarrolla la trama y qué personajes se presentan. Estos son bastante unidimensionales en su mayor parte, funcionan menos como personas reales con las que el espectador se pueda vincular y más como “objetos” por los que transcurre la historia. Y eso es bastante problemático con una trama tan minimalista. La película se basa demasiado en la trama de sus personajes, pero sufre enormemente de ello, porque no son personajes interesantes.
En general, la trama y los personajes se sienten extrañamente limitados, lineales, casi como si estuvieran sobre raíles. Desde el principio, la película establece una pregunta que en realidad solo puede responderse con aprobación o rechazo y luego dirige todo su tiempo de metraje hacia esa pregunta. También hay cosas que suceden al margen, pero sin relevancia y fácilmente olvidables (como la vecina de Julia y sus problemas con su novio). Y, en última instancia, ahí radica el segundo gran problema de la película. Por supuesto, es una pena que los personajes y la trama no estén bien desarrollados y se interpongan entre sí torpemente. Sin embargo, dada la exitosa puesta en escena, eso habría sido manejable si la película pudiera traer otras ideas interesantes. Pero eso también falla, ya que WATCHER siempre que intenta apartarse de lo predecible, y cuando el espectador para sorprenderse, tarda poco en volver a ser algo que ya hemos visto en miles de ocasiones. Como resultado, en muchos momentos hay una sensación anticlimática que afecta no solo a la trama sino también a las ideas que se desprenden de ella.
Es algo particularmente malo, ya que la película claramente deja traslucir ideas interesantes. Simplemente no reciben la atención que merecen. WATCHER tiene un toque feminista en ciertos momentos, y es interesante, sobre todo en la dinámica entre Julia y Francis. También le da un derecho a existir al personaje del vecino misterioso. Esto también es muy emocionante y no solo trata un tema importante, sino que también le da derecho a existir al personaje del vecino de Julia y Francis. Sin embargo, la implementación de todo esto solo funciona de forma limitada, ya que la película quiere construir una cierta ambivalencia sobre el tema según su trama. La representación general y el tratamiento de Bucarest/Rumania es un tanto extraña, variando de estereotipo tanto en un aspecto positivo como negativo.
En definitiva y resumiendo: WATCHER
logra cautivar y crear un estado de paranoia que cautiva al espectador, gracias
a la atmosfera y a la actuación de Maika Monroe. Sin embargo,
cuando el guion intenta ser valiente en su toma de decisiones, se acobarda en
el ultimo momento, ofreciendo debilidades en el tratamiento de los personajes,
la trama y el estilo narrativo, consiguiendo un largometraje genérico en el campo
del thriller o el suspense. Y esos 5 últimos minutos, te hacen comprender que esas
ideas podrían haber sido mejores, pero no acaban siendo y es una lástima.