Me llamo Venganza (2022)

 

Sin duda, el título es el mejor resumen de la película. Pero no queda claro si la venganza es solo del personaje principal, o del director italiano Cosimo Gomez hacia el espectador, por algo que le hicimos en alguna vida pasada. ME LLAMO VENGANZA (2022) pertenece a esos clichés italianos por los que es conocido el país: pasta, el caos en el tráfico, el fanatismo en el fútbol. Pero sobre el que se centra toda la historia es uno que ya conocemos demasiado que es la mafia. Y parece ser que el espectador se contenta con cualquier cosa (por muy mediocre que sea). Y ME LLAMO VENGANZA tiene casi el mismo inicio que COMMANDO (1985), pero la diferencia es que la segunda es una absurda pero muy disfrutable película de acción, y la primera es simplemente absurda y también muy aburrida.

Cuando unos viejos enemigos matan a su familia, un antiguo sicario de la mafia (Alessandro Gassman) huye a Milán con su intrépida hija (Ginevra Francesconi) para esconderse mientras planean su venganza.

Esta claro que ME LLAMO VENGANZA no tiene como objetivo tener una historia profunda, pero ya que al menos intenta ser una película de acción para apagar el cerebro, no lo consigue. Tenemos un padre que busca venganza (obvio) y su hija, donde esta última, en los (largos) 90 minutos que dura el metraje, pasa por mas fases personales que cualquier persona en toda su vida. Durante largos tramos de la historia, Gomez toca todos los palos fundamentales del genero de acción, pero con unas escenas de peleas mano a mano muy mal plasmadas en pantalla y las persecuciones automovilísticas parece que el rodo a muy poca velocidad, y después oprimió el botón de +10 para que el espectador tenga una sensación de rapidez en las imágenes, pero es una sensación que directamente, por mi parte, rechazo por lo falso que es todo. Todo el metraje esta medido de esa manera, exceptuando el tercer acto, que toma una dirección absurda y que consiguió que directamente pensara: “En una de las peores películas de este año”.



Como thriller, es una historia delgada como una oblea y no creo que los fanáticos de la acción de “machos” estén muy contentos con ella (algunos habrá que sí). A pesar de tener acción y gente degollada o asesinada, la violencia es poco grafica y mostrada fuera de cámara. Y los villanos son de “cartón piedra”, solo están ahí para que el protagonista los mate. En el tema de las actuaciones la cosa no mejora. Alessandro Gassman pretende ser una persona casi sin sentimientos, pero eso no signifique que su nivel actoral se base en solo una expresión física, además de que, en las escenas físicas, se le nota una lentitud bastante considerable. Ginevra Francesconi como hija en apuros que como he comentado anteriormente, tiene cambios en su personaje, se pasa mas de media película gritando y en el ultimo tramo tenemos… en fin, si el espectador se atreve, estamos ante una de las actuaciones mas fallidas de los últimos tiempos, porque es imposible que alguien se crea lo que se esta viendo.


En definitiva y resumiendo: ME LLAMO VENGANZA hace justicia a su nombre, porque para mi la venganza del director Cosimo Gomez fue hacerme perder el tiempo. Es relativamente fácil hacer un thriller de acción que básicamente es la versión italiana de VENGANZA (2008), pero Gomez consigue que incluso con eso, nos ofrezca una de los largometrajes fabricados por Netflix en su factoría de churros, que sabe a rancio, a viejo y sobre todo a aburrido. Uno si es suficientemente listo, sabe lo que va a ver y en que momento (desconectar el cerebro), pero es imposible pasar por alto el nivel tan bajo de ME LLAMO VENGANZA. Solo se la recomiendo a un publico que quiera poner a prueba su paciencia.