Vermin: La Plaga (2023)

En el panteón de los horrores cinematográficos, pocas figuras han suscitado un rechazo tan visceral como la araña, encarnando de manera óptima el papel del antagonista escurridizo. Desde narrativas clásicas como "ARACNOFOBIA" (1990)  hasta giros contemporáneos como "ARAC ATTACK" (2002), la industria realizado gran cantidad de largometrajes hasta el hartazgo. Es ahí donde nuevas incursiones en este territorio, como "VERMIN: LA PLAGA" (2023), enfrentan el severo desafío de injertar frescura a una fórmula mil veces reciclada. ¿Cómo conquistar al espectador con terrores todavía desconocidos? Aunque "VERMIN" ha hecho algún intento loable en festivales, su logro sigue en tela de juicio.

Kaleb está a punto de cumplir 30 años y nunca ha estado más solo. Está peleando con su hermana por un asunto de herencia y ha cortado los lazos con su mejor amigo. Apasionado por los animales exóticos, un día llega a casa con una araña muy venenosa que accidentalmente escapa. Estas rápidamente se reproducen y los habitantes del edificio intentarán sobrevivir a una plaga que se sale de control.

Presentándose por primera vez en la prestigiosa Semana de la Crítica de Venecia, "VERMIN" ocupó un espacio de clausura que usualmente se reserva para filmes con pretensiones artísticas más elevadas. Esto podría haber sentado las expectativas para una reiteración más reflexiva dentro del género, no obstante, de anhelo por subvertir estereotipos, "VERMIN" nos guía por un recorrido sobre carriles, adherido descaradamente a los clichés del terror, decisión que, paradójicamente, infringe la visión innovadora que tiene el director y coguionista Sébastien Vaniček para su ópera prima. La historia de "VERMIN" se despliega en un enjambre de viviendas desmoronadas, un escenario que promete ser caldo de cultivo para una crítica social con la decadencia urbana y corrupción policial en su núcleo (algo que a los franceses les encanta). Sin embargo, la película palidece ante el melodrama superficial y el ritmo narrativo. La exploración sobre amistades rotas se diluye en lo irrelevante, con Kaleb y Jordy ofreciendo una insubstancial travesía de reencuentros que podría haberse descartado o incluso rediseñado para dotar de un poco más de profundidad emocional al carácter de la película y que, te interesaran los personajes.


La autenticidad de "VERMIN" se encuentra tambaleándose en la cuerda floja entre el convencionalismo y el intento de innovación, particularmente en la representación del edificio como un microcosmos social. Aunque hay destellos brillantes, como la carismática conserje asiática que consigue robar algunas risas, se siente como una excepción que confirma la regla en una narrativa mayormente desprovista de sustancia. El terror en "VERMIN" peca de ser demasiado familiar; Vaniček realiza pocas bajas humanas. Con una araña responsable de un caos tan grandilocuente, el espectador es capaza de tener una incredulidad a cambio de un terror genuino. A medida que la película progresa, la tensión debería subir de tono, sin embargo, lo que debería ser un frenético ascenso hacia un clímax sangriento y brutal se estanca en la previsibilidad y en ocasiones, roza lo risible más que lo atemorizante.


El interrogante sobre si "VERMIN" logrará consolidarse como un referente en el género de terror permanece efectivamente abierta. Mientras sí logra cierto grado de entretenimiento, el largometraje se tambalea demasiado entre el exceso de presunción sin la debida ejecución, dejando la impresión de una obra que no supo tejer una trama convincentemente aterradora ni suficientemente creativa para distinguirse entre sus numerosos predecesores arácnidos y mas cuando podría haber sido mucho mas explicita en las muertes.



En definitiva y resumiendo: "VERMIN: LA PLAGA" intenta crear una vida nueva en una temática de terror ya sobresaturada, con un resultado mixto. La dirección de Vanicêc es interesante y hay que seguir la carrera de dicho director, pero la película podría deslizarse en el olvido desafortunado, quizás, para un filme que huía de ser meramente un largometraje más en la vasta galería del genero de terror arácnido. Tiene buenas ideas y alguna escena de suspense bien realizada, pero en mi caso, le falta brutalidad y sangre (quizá, soy demasiado sádico).