El líder de una banda cumple la promesa que hizo a su amigo a punto de morir para enfrentarse a otras bandas criminales.
Con una trama centrada en la pugna monárquica de dos camaradas desde la flor de la infancia, el filme se desarrolla desde los ojos de Deva y Varadala, un relato donde alianzas y sacrificios se hermanan a intrigas de palacio. El debut de la historia alcanza un crescendo emocional a través de la perspectiva de Adhya, interpretada por Shruti Haasan, entrelazando la trama maternal con la presentación de personajes tan marcados como el 'Sello Khansar'. La caracterización del protagonista Prabhas, tocado prácticamente con el halo de un ente divino, tiene la potencia de un volcán en plena erupción, dinamitando la pantalla a su paso. La cinematografía de Bhuvan Gowda vigoriza la narrativa, sutilmente elevando la acción más allá del guion, mientras las composiciones sonoras de Ravi Basrur injertan una esencia épica a las ya de por sí vibrantes secuencias de acción. La dirección de arte edifica con detalle la atmósfera del reino ficticio de Khansar, ofreciendo un festín visual que encapsula y realza la historia de amistad y lealtad que enfrenta el director.
Por su parte, Prithviraj Sukumaran como Varada Rajamannar se revela como un actor camaleónico, otorgando profundidad a su personaje. Mientras tanto, la actuación de Shruti Haasan envuelve en un enigma cuya resolución aguardamos en una segunda parte. Jagapathi Babu, junto a Maim Gopi y Bobby Simha, proyectan con solidez sus respectivas actuaciones, sumando a la totalidad del relato. A pesar del aluvión de acción y el machismo que irradia el rol de Prabhas, es inevitable reconocer la simplificación narrativa que impera sobre el desarrollo de personajes y la construcción del mundo. Neel, en consonancia con su obra previa, enfatiza la espectacularidad visual por encima de la profundidad argumental, limitando el espacio para la introspección y la evolución compleja del carácter. Aun así, el film se alza como un titán de adrenalina, un relato donde cada escena pretende ser apoteósica, como si cada momento fuese el climax final. El largometraje es tanto una concesión al heroísmo sin límites como un desafío a las potencialidades del cine de narrativas grandilocuentes.
Prashanth Neel ha logrado elevar la figura del héroe a un pedestal inusitado, mientras que algunos espectadores encontrarán deficiencias en la densidad dramática o la verosimilitud, para una audiencia sedienta de grandezas visuales y violencia sin censura, 'SALAAR' ofrecerá un gran entretenimiento. Pese a sus elementos contundentes, su acatamiento a la acción desenfrenada y la elevación mítica del protagonista, la película abandona la expectación de que la narrativa alcance la misma cúspide que la acción.
En definitiva y resumiendo: Como una montaña rusa que maximiza su potencial en las caídas vertiginosas pero relega las subidas meticulosas, 'SALAAR PART 1- CESAEFIRE' plasma la biblia colectiva del cine de acción, mientras perpetúa el suspense sobre su secuela, y registra el fenómeno de un actor, Prabhas, reencontrando su lugar en la industria del entretenimiento. Aunque fragmentado en su construcción narrativa y simplista en su desarrollo de personajes, el filme destaca en la misión de cementar la magnificencia de la figura heroica en el panteón de la acción cinematográfica india, y de ofrecernos una acción desmedida, sin cortes, para el goce del espectador que espera poder "engorilarse" en cualquier escena.