F1: La Película (2025)

 

Hay películas que corren como si el tiempo les pisara los talones, con los efectos especiales echando humo y la música reventando los altavoces. Y luego está F1: LA PELÍCULA (2025), que no corre: directamente se lanza a toda velocidad desde la parrilla de salida, convencida de que puede doblar al resto del año cinematográfico en la primera curva. Dirigida por Joseph Kosinski —el mismo que nos puso a volar en el año 2022 con  TOP GUN: MAVERICK— y protagonizada por un Brad Pitt que envejece como los buenos motores alemanes, la película es un espectáculo tan preciso en lo técnico como previsible en lo narrativo.

Sonny Hayes fue el fenómeno más prometedor de la Fórmula 1 en la década de 1990, hasta que un accidente en la pista acabó prácticamente con su carrera. Treinta años después es un piloto nómada a sueldo al que contacta su antiguo compañero de equipo, Rubén Cervantes, propietario de un equipo de Fórmula 1 al borde de la quiebra. Rubén convence a Sonny para volver a la categoría reina del automovilismo y tener una última oportunidad para salvar al equipo. Su compañero será el novato Joshua Pearce, el piloto estrella del equipo, que está decidido a imponer su propio ritmo.

Donde F1 brilla con luz propia es en su ejecución técnica. Kosinski, demuestra nuevamente su maestría para capturar la adrenalina de la velocidad. Las escenas de carrera, filmadas en circuitos reales durante fines de semana de Grandes Premios, son un logro monumental. La cinematografía de Claudio Miranda, con cámaras montadas en los autos y tomas aéreas que capturan cada curva y adelantamiento, sumerge al espectador en la cabina del piloto. La banda sonora, a cargo de Hans Zimmer y complementada por temas de artistas como Doja Cat, Ed Sheeran y Tate McRae, amplifica la intensidad, haciendo que cada carrera sea una experiencia visceral. La colaboración con la FIA y la inclusión de cameos de figuras como Lewis HamiltonMax Verstappen o Fernando Alonso añaden autenticidad y no se sienten como un guiño excesivamente promocional de la propia Formula 1.


Brad Pitt, en el papel de Sonny, destila carisma. A sus sesenta y tantos, el actor encarna a un veterano relajado pero astuto, con un aire de cowboy moderno que recuerda a sus mejores papeles. Su química con Damson Idris es uno de los puntos fuertes de la película, especialmente en las escenas donde mentor y aprendiz chocan por sus visiones opuestas del deporte. Idris, por su parte, aporta frescura y arrogancia controlada a Joshua, aunque su personaje cae en estereotipos del “novato con potencial”. El reparto secundario, con Javier Bardem y Kerry Condon, ofrece momentos destacados, pero sus personajes están subdesarrollados, relegados a roles funcionales que no exploran su totalmente su complejidad.

Sin embargo, F1 no logra escapar de las trampas del género. El guion de Ehren Kruger, aunque efectivo en su estructura, abraza clichés del cine deportivo con una devoción que a veces resulta agotadora. La narrativa de “veterano que regresa” y “joven rebelde que debe aprender” es tan predecible que el espectador puede anticipar cada giro desde el primer acto. La película intenta compensar con un ritmo vertiginoso, con sus 156 minutos que no se sienten excesivos, incluso añadiendo sub-tramas románticas y personales. Otro aspecto interesante es la representación femenina. Kate, la directora técnica de APXGP, es un personaje con potencial, aunque es cierto que en ocasiones su rol se diluye al supeditarse a las decisiones de Sonny. Otro personaje femenino, una mecánica de boxes, es inicialmente presentada como inepta, pero donde poco a poco, demuestra su valía en el equipo En un deporte donde la diversidad está en el centro del debate, estas elecciones narrativas son acertadas y no "metidas con calzador".


Para los aficionados de la Fórmula 1, F1 puede ser una experiencia agridulce. Aunque las escenas de carrera son impecables, las licencias creativas –como estrategias ilógicas o tiempos de parada en boxes inverosímiles– pueden sacar de quicio a los puristas que no entienden que es una película y no una carrera real. No es un documental, y no pretende serlo, pero su afán por ser un producto para las masas sacrifica algo de credibilidad. Credibilidad que a veces hay que dejar de lado, si se quiere disfrutar de la gran experiencia que ofrece F1.


En definitiva y resumiendo: A pesar de sus pequeños fallos, F1: LA PELICULA es la mejor experiencia que he tenido en una sala de cine y por el momento, la mejor película del año por su capacidad para ofrecer un espectáculo sin precedentes. Ninguna otra cinta de 2025 ha igualado su combinación de ambición técnica, intensidad emocional en las carreras y un reparto que, aun con un guion predecible, entrega actuaciones memorables. Es una carta de amor a la velocidad, diseñada para ser disfrutada en la pantalla más grande posible con una energía y audacia técnica que la convierten en una experiencia que acelera el pulso. Para los no iniciados, puede ser una puerta de entrada al mundo de la Fórmula 1; para los fans del cine, un placer que captura la emoción de las carreras y para los puristas, algo que no pueden separar de la realidad. F1: LA PELÍCULA no es perfecta, pero cruza la meta con un estilo que quita el hipo y es un ESPECTACULO en mayúsculas.