
REY ARTURO: LA LEYENDA DE EXCALIBUR es la última
re-imaginación de la leyenda de Excalibur y el Rey Arturo dirigida por Guy
Ritchie.El director aplica su tono narrativo llamativo de la narración
a la película, en un esfuerzo de llevar la historia de "el hombre que
sería Rey Arturo. El problema que ocurre en esta peliculares que el director se
quiere demasiado a sí mismo y nos introduce todo lo que anteriormente
funcionaba en sus anteriores películas, crean una mezcla que sabe aburrimiento
y una pérdida de poder llevar una buena leyenda a los cines.
LA LEYENDA DE EXCALIBUR aspira
a ser cualquier cosa menos anticuada o "realista". Esto se establece
rápidamente durante el prólogo de la película, que combina imágenes estilizadas
de fantasía medieval (sin ningún tipo de novedad, ya que parecen las escenas
eliminadas de la trilogía de EL SEÑOR DE LOS ANILLOS y
cualquier videojuego medieval cancelado) y con una cantidad de escenas a cámara
lenta que harían poner pálido a Zack Snyder o Michael Bay. La película se instala en el ritmo de una de las películas
de Ritchie como SNATCH
o ROCKNROLLA,
re-imaginando efectivamente las calles de Londinium como una versión medieval
del mundo subterráneo criminal de Londres y luego Integrando ese mundo en el
escenario de fantasía más grande de la película. Mientras que esta reinvención
del universo de Arturo se limita a ser una exageración en su diseño global (donde
al director parece que el dinero le sobraba) en el que recuerda a EL DESTINO DE
JUPITER.
La historia de la pantalla de LA LEYENDA DE EXCALIBUR es una narración que va dando “palos de ciego” desde
el primer momento. La película se repite en demasiadas ocasiones en reflejar el
interés continuo de Ritchie en contar historias sobre antihéroes, transformando a
Arturo y sus futuros caballeros en criminales nobles, pero el problema es que
tanto los “caballeros” como el villano tiene muy poco desarrollo y personalidad,
dejando todo el foco de atención a Arturo. Aquellos que están familiarizados
con las películas anteriores de Ritchie pueden reconocer que usa
variaciones en algunos de sus viejos trucos, ya sea diálogos rápidos o montajes
dinámicos que se cruzan de un lado a otro en el tiempo, para hacer las conversaciones
más interesantes. Sin embargo, en una película que combina el aspecto y la
sensación de una épica de Ridley Scott (gracias al propio
cinematógrafo frecuente de Scott, John Mathieson) ese tipo de escenas
quedan mal montadas y creando una sensación de aburrimiento mientras la
narración no llega a ningún lado.
En lo que se refiera al reparto el único que se puede salvar
de la quema es Charlie Hunnam jugando
sus mejores caras al ladrón honorable y reacio a ser el Rey Arturo. Los experimentados
aliados de Arturo son interpretados por Djimon Hounsou como Sir Bedivere y Aiden
Gillen como el “escurridizo” Bill, la pena es que teniendo estos dos
actores como secundarios de peso, se queden tras la sombra del protagonista en
un equilibrio entre personajes que falla. Como es el caso con la mayoría de
películas de Ritchie, los personajes femeninos son pocos en número y se
limitan típicamente a estar ahí llevándose el premio a “personaje que no pinta
nada” a la actriz Anabelle Wallis (a la que le hace falta un cambio de agente en
la elección de sus papeles). La excepción a esta regla es Àstrid Bergès-Frisbey,
cuya maga sin nombre hace un buen reemplazo para Merlin (al que solamente se le
menciona) como la aliada mágica de Arturo. Completa el conjunto Jude Law como
el antagonista Vortigen, del que aparte de ser el villano “arquetipo” de la
película le faltan motivos para ser un malo al que recordar.
En definitiva y resumiendo: REY ARTURO: LA LEYENDA DE EXCALIBUR es una fantasía medieval que parece haber sido
llevada con los recortes de otras películas (tiene escenas de acción que
parecen más WONDER
WOMAN) mezclado con un “me quiero mucho a mí mismo” por parte del
director Guy Ritchie. Con una narración torpe que se va frenando a cada
momento por culpa de los diálogos sin chispa de los personajes, la película no
consigue en ningún momento ser (al menos) un entretenimiento de verano en los
cines, en la que las intenciones de ser original con la leyenda no funcionan y
que recuerda más a fiascos como WARCRAFT o EL DESTINO DE JUPITER donde
un buen director con un gran presupuesto no significa el éxito asegurado.