
La película biográfica titulada JUDY
(2019) centrada en algunos de los últimos días de la estrella Judy
Garland, demuestra un punto que muchos biopics tienen: una actuación
imponente y fascinante puede hacer que una película simplemente buena encaje
perfectamente dentro de una fórmula. Como Garland, Renée
Zellweger ofrece una actuación compasiva, encantadora y a veces
devastadora que debe ser vista por cualquier persona que sea fanática de grandes
actuaciones, y al entregar un trabajo tan valiente, se destaca por encima de la
película en la que está, y todos en ella, dejando un foco brillante sobre ella.
Tan evidente como es el gran papel de Zellweger
como Garland, ese mismo amor se reflejan en el guion de Tom
Edge. El guionista claramente tiene una pasión y simpatía hacia Garland,
mostrando todo lo que la convirtió en un talento tan feroz y natural, así como
todos sus vicios. Garland tuvo problemas como todos los demás,
pero en un escenario mucho más grande, y el guion de Edge incluye
escenas que se remontan a sus días más jóvenes en la productora MGM y su
imponente jefe Louis B Mayer que destrozaba la confianza
de la propia Garland. Todo esto pinta una imagen clara de Garland,
ilustrando qué sobre su turbulenta vida en el mundo del espectáculo la
convirtió en la mujer que fue.
Garland reflexiona sobre estos momentos de vez
en cuando, dándonos una idea de la Edad de Oro de Hollywood que pocos conocen,
mientras al mismo tiempo profundiza en una estrella problemática que lucha por
encontrar y mantener el amor en su vida, ya sea coleccionando esposos, sus
hijos o sus fanáticos. Lo que vemos en la pantalla es una construcción muy
apasionada y, una vez más, no se puede subestimar lo genial que es Zellweger
en el papel. Durante los tiempos de inactividad, ella saca a la luz los
defectos, la confusión y la ira de Garland. Ella es una verdadera
“show-stopper”, que captura el ingenio y el encanto del ícono tanto como su
complejidad y dolor, y al final, sinceramente (y mas si eres un fan de Garland
como ocurre en mi caso) se resbalan las lágrimas sobre las mejillas.
A pesar de lo amorosa que es la representación de Garland
en JUDY, el ritmo y la estructura de la
película hace poco para elevar la película más allá de donde cualquiera película
de biopic espera ir. Al igual que un tambaleante abuso de sustancias y
melodrama, la película funciona como un flujo constante de altibajos. En un
momento Judy se siente amada, admirada e interpretando su espectáculo con
gusto, y al siguiente se ve sumida en una agitación emocional y se encuentra
siendo abucheada fuera del escenario, aspecto que sucede demasiadas veces durante
el metraje, sintiendo el espectador una especie de sensación de bucle. Si bien
estoy seguro de que esto refleja la vida turbulenta de Garland,
como una película que trata de contar una historia, es difícil discernir cuál
es realmente esa historia. El director Rupert Goold configura su
película para actuar como un gran escenario para el cual nosotros, como
audiencia, simplemente vemos a Judy pasar por esta serie de
altibajos, solo para alejarse entendiendo que, sí, Garland tuvo
una vida problemática provocada por el tipo de trastorno mental y angustia
física que solo la fama puede traer. Pasar por estos temas puede parecer
monótono, con pocos detalles y casi nada convincente sobre la mesa fuera de lo
que Zellweger ofrece. Los números musicales parecen pocos y
distantes entre sí y terminan demasiado rápido (una pena).
El elenco de apoyo hace lo que puede, pero todos palidecen
junto a su protagonista. Jesse Buckley funciona como Rosalyn
Wilder, la presencia estable y estable alrededor de Garland en
este momento de su vida, y Finn Wittrock tiene un poco de encanto
y le da a su Dean un aire constante de “bufón”. Todos los demás en la película están
bien, pero a veces incluso tienen un rostro que muestra y entienden que cuando Zellweger
está en la pantalla, nadie les hará caso.
En definitiva y resumiendo: JUDY
como película biopic funciona a medio gas, ya que si no conoces bien la vida de
la artista te puedes perder fácilmente y no saber porque el personaje toma
diferentes elecciones durante su vida, ya que la historia solo se centra en sus
días actuando en Londres antes de su triste fallecimiento. Esta claro que si
esta película será recordada por la gran estrella en la que se centra la historia
y no es Judy Garland sino la actuación “repito” fantástica de Rene
Zellweger.
