Stephanie Patrick (Blake Lively) sufrió la
pérdida de su familia en un accidente de avión. Cuando descubre que el
accidente no fue tal, su rabia encontrará un nuevo sentido a su vida y se
adentrará en una peligrosa misión para intentar descubrir la verdad y vengar a
su familia.
Lo que hace que el thriller de espionaje ya sea en forma de
novela o una versión cinematográfica de esa novela, sea tan confiable para los
fanáticos y una tarea para todos los demás es que puedas entrar en cualquier
historia y esperar ver el mismo elenco de personajes y redes de intriga,
traición y engaño (y tal vez incluso una historia de amor) como lo haría con
cualquier otra película. EL RITMO DE LA VENGANZA (2020), en su mayor parte, los cineastas no están
tratando de hacer algo diferente con la fórmula establecida. Sin embargo, lo
que contribuye a salvar la película es el poderoso trabajo de la actriz Blake
Lively, que se mete profundamente en un papel desafiante tanto física como
emocionalmente, y todo junto a una directora, Reed Morano, que
sabe exactamente qué hacer con ella.
Lo que hace el director para sacar el máximo provecho de Blake
Lively ya se puede visualizar en los primeros momentos de su personaje,
que dependen del físico puro. Además de un momento en el que descubre la verdad
detrás de lo que le sucedió a su familia, los primeros 10-20 minutos le ofrecen
poco diálogo, con Lively transmitiendo tanto dolor interno con
una postura retraída y cautelosa y movimientos que muestran cuán cerca de darse
por vencido. En un mundo de películas llenas de estrellas de acción femeninas
que se comercializan como sexys y “pateaculos”, es un soplo de aire fresco ver
a un personaje tan deslucido, con cicatrices emocionales y vulnerable. Eso hace
que el espectador se sienta interesado por ella y quieres que tenga éxito,
entre la tristeza y la ira. Ella se convierte en una actuación poderosa de los pequeños
matices.
Morano, que ha realizado un excelente trabajo como
dirigiendo capítulos en la serie EL CUENTO DE LA
CRIADA (2017) entiende que el viaje del personaje de Stephanie
Patrick, y la actuación en sí misma, es donde se encuentra el material más
apasionante de la película, y la afina con precisión implacable. Después de
descubrir información y dirigirse a Escocia para encontrarse con un ex agente
del MI6 (Jude Law), Patrick comienza su entrenamiento de estrella
de acción para cazar hombres y exigir su venganza. Mientras que otros thrillers
de acción, disfrutarían al entrar en elementos elegantes y sangrientos, Morano
siempre mantiene el enfoque centrado en el personaje, manteniendo la camara
cercana en la cara de su héroe principal, lo que siempre nos mantiene en su
perspectiva y en un lugar firme. En lugar de obtener acción desde todos los
ángulos y con una serie de cortes llamativos, la cámara permanece fija en
Patrick en persecuciones de autos, tiroteos e incluso algunas peleas. Al
hacerlo, es fácil relacionarse con las luchas de Patrick. Ella no es una
heroína de acción, y está completamente fuera de un conjunto de habilidades de
asesina profesional. Con una visión honesta, Morano se asegura de
que veamos su miedo y lucha en diferentes escenarios, y Lively no
pierde el ritmo en todo momento.
Y es aquí donde la película no logra superar los clichés y
las tendencias formuladas del género y donde la película pierde gran parte de
eficacia. El guion y un tono algo letárgico no logran descubrir ningún
crecimiento emocional a favor de mantener las cosas bastante sombrías. Incluso
si el objetivo de la historia es encontrar a Patrick intentado encontrar algo
de felicidad dentro de su rabia y dolor, y mucho de los ritmos de la historia y
el desarrollo de los personajes pueden parecer monótonos. Pasa tanto tiempo
hablando sobre el próximo objetivo y qué hacer que nunca llega a reflexionar
sobre las cosas de manera significativa. Incluso hay una escena de sexo que
esta metida con calzador, sin tener energía ni pasión y que solo añade minutos
donde no los necesita.
En definitiva y resumiendo: EL
RITMO DE LA VENGANZA tiene en sus puntos positivo la actuación de Lively,
aparte de un primer y segundo acto que dentro de lo que cabe, funcionan, pero el
tercer acto es algo que ya hemos visto en miles de películas o leído en novelas.
Uno podría desconectar del todo y disfrutarla, sobre todo viendo a la actriz haciendo
un personaje sombrío y también ver a una directora como Reed Morano establecerse
como una directora que sabe rodar acción. Todo lo demás es simple contenedor de
reciclaje de otros largometrajes, además de un elenco secundario que directamente
va con las zapatillas de estar por casa como Jude Law.