Lucy Cola (Natalie Portman) es una astronauta
que regresa a la Tierra tras una experiencia trascendental durante una misión
en el espacio, y que comienza a perder su conexión con la realidad en un mundo
que de pronto se le hace pequeño.
El espacio: La ultima frontera. Viajar más allá de las
estrellas puede cambiar la perspectiva de toda tu vida como le ocurre al
personaje de Lucy Cola. Esta historia se basa libremente en la vida de la astronauta
Lisa Novak, que fue conocida por ciertos hechos que sucedieron en el año 2007. LUCY IN THE SKY (2019)
es una película caótica protagonizada por Natalie Portman que comienza siendo
demasiado ambiciosa, para volverse pretenciosa y finalmente un “desastre” en el
que el espectador no sabrá realmente que ha visto.
LUCY IN THE SKY tiene
unos primeros 45 minutos que merecen la pena y Natalie Portman no
puede equivocarse eligiendo papeles para interpretar. Y sin duda, el aspecto
positivo es su actuación en la historia, esta se cuenta a través de la
perspectiva de Lucy mientras intenta dirigir su vida después de una misión
espacial, donde finalmente se traumatizó después de presenciar la inmensidad
del espacio. Después de flotar y absorber una vista tan hermosa y abrumadora de
la Tierra, cambia toda la perspectiva de su vida y comienza su crisis
existencial. La vida comienza a parecer sombría para ella y se vuelve
solitaria, ya que ha alcanzado su punto máximo. ¿Cómo podría ser algo más
interesante para alguien después de haber estado en el espacio? ¿Qué puede
superar eso? Quiero decir, muchos astronautas llevan una vida plena y sin
problemas, después de dar este salto más allá de nuestra atmósfera, pero eso no
viene al caso. El espectador es testigo de su estado mental. Aunque hay
demasiados elementos de su vida que no están equilibrados para formar una
narrativa, y aunque la película está escrita para ser demasiado exagerada, Portman
ofrece una gran actuación llena de convicción y energía, incluso cuando su
personaje está en su peor momento, lo mismo que le ocurre al guion llegado a un
cierto tiempo. Si no fuera por lo pedante que es el cambio del formato de la
imagen para expresar sus emociones. Aparte de eso, su relación con el personaje de
John Hamm, un compañero de trabajo que también es astronauta y
que comprende el estado frio de Lucy, ya que se va alejando poco a poco de su
familia. Aparte de eso, cuando la relación de aspecto de imagen no es una locura
inexplicable, la cinematografía es hermosa, con una imagen colorida y una transición
entre imágenes bastante curiosa (como Lucy “viajando” de su casa al hospital).
El problema con LUCY IN THE SKY
es un problema que suele ocurrir cuando le das la dirección de un proyecto a un
guionista y creado de una serie. Ahora tenemos a Noah Hawley,
conocido por adaptar LEGION y FARGO para la televisión. Al igual que creadores
como Steven DeKnight o Alan Taylor realmente
deberían volver a la televisión. Cuando se trata de televisión, puedes tener más
libertad creativa. Si bien su creatividad es ambiciosa en el cine, también es
dolorosamente pretenciosa. Y eso ocurre con la estúpida idea que tiene la película
sobre la relación de aspecto de imagen. La película se somete a diferentes
cambios de formato para que puedas tener una idea de Lucy y su vida en la
Tierra y cuánto difiere de su experiencia en el espacio. Cuando Lucy está en
casa sintiendo la banalidad de la vida, la película está en formato 4: 3. Cada
vez que hay una escena de ella en el espacio, o teniendo la misma sensación
celestial de estar en el espacio, el formato es panorámico. Al principio no me
importó, pero se volvió un truco demasiado repetitivo. Al comienzo del tercer
acto, la película directamente pasa de cambiar el formato de imagen (vete a saber
por qué). Si estás dispuesto a tolerar el giro constante de un formato de
imagen que tiene poco propósito artístico hasta que se confunda en lo que
quiere hacer, es que algo realmente no funciona y solo sirve como una pedantería
cinematográfica.
Todo lo que el espectador está disfrutando en LUCY IN THE SKY ya
sea por las actuaciones, la cinematografía (de aquella manera) o el personaje
principal, cae en un pozo sin fondo en los últimos treinta minutos y arruina
los 90 minutos que lo precedieron. LUCY IN THE SKY es como cuidar a tu hijo y hacerle ver las cosas que están
bien y mal, pero en el momento que giras la cabeza, te rompe cosas, pinta las
paredes de la casa etc. etc. y te quedas pensado: ¿pero que ha acaba de suceder?
En el tercer acto de esta película, hay un cambio importante en la historia que
no tiene absolutamente ninguna correlación con la narrativa en absoluto, lo que
la convierte en una película completamente diferente en tono e identidad. Un
mensaje forzado sobre el empoderamiento de las mujeres y las relaciones de
género en el lugar de trabajo se agrega de manera atroz en una historia en la
que nada de ese tipo se incorporó, mencionó o introdujo de ninguna manera para
que conduzca a este punto. A partir de ahí, la película te deja con cara de póker.
No es solo la historia y las imprecisiones, es que realmente estas saltando de
una película a otra sin haberte avisado. Es como si estuvieras viendo FIRST MAN (2018) y
de pronto te cambiaran el metraje por el de LA MANO
QUE MECE LA CUNA (1992).
En definitiva y resumiendo: LUCY
IN THE SKY es una película que esta
demasiado ocupada en florituras técnicas que no sirven absolutamente para nada
(bueno, quizá el mundo gafapasta nos saque un significado que haga cambiar la
perspectiva sobre ella) y en una filosofía que, aunque en su primer momento es
atrayente, se vuelve repetitiva. Natalie Portman hace lo mejor
que puede, pero si como director quieres sabotear tu propia película, utiliza
siempre LUCY IN THE SKY como ejemplo práctico, ya que sinceramente, cuando
aparecen los créditos, te quedas con la sensación de que has visto dos películas
por el precio de una. La primera es interesante pero la segunda es básicamente un
telefilm de baja calidad.