A principios de la década de 1980, el género cinematográfico
de artes marciales basadas en el Shaolin estaba en crisis. La taquilla iba disminuyendo
y los espectadores se iban a ver otras películas. Sin embargo, cuando
finalmente en 1982 apareció la película EL TEMPLO DE
SHAOLIN en los cines, el género volvió
a regresar. La razón principal fue un joven actor de 19 años que se ganó a la
audiencia con sus habilidades en las artes marciales, pero también con su presencia.
Fue el nacimiento del actor Jet Li. Aparte el largometraje se
hizo y se estrenó en el apogeo de la Guerra Fría, cuando la mayoría de las
películas habían sido fuertemente censuradas o eran solo propaganda del
gobierno. El gobierno comunista también tuvo una historia complicada con el
verdadero Templo Shaolin, ya que denunció y encarceló a los últimos monjes que
quedaban y prohibió todo el material budista en la década de 1960.
El emperador Tang es traicionado y derrocado por uno de sus generales. El hijo de uno de sus esclavos (Jet Li) escapa al templo shaolin, donde aprende las artes marciales y trama la manera de matar al traidor, vengando así también la muerte de su padre. Los monjes lo ayudan y en el proceso, salvan al verdadero emperador. Basada en las historias de folklore del templo shaolin.
Por primera vez en mucho tiempo, el público del cine chino tuvo una película genuinamente entretenida e inspiradora para ir a ver. Con una población tan grande, la película vendió literalmente millones de entradas en la taquilla y fue un éxito instantáneo, no solo en el continente, sino en toda Asia. La popularidad de la película hizo que surgieran escuelas privadas de artes marciales alrededor de las ruinas del monasterio de Shaolin. Los maestros de artes marciales se apresuraron a aprovechar la renovada fama del templo y construyeron escuelas de artes marciales en todo Shaolin, incluso en los terrenos del templo. Dirigida por Xinyan Zhang, Li tuvo su primera oportunidad y se le permitió interpretar el papel principal desde el principio (a diferencia de Jackie Chan o Sammo Hung, por ejemplo). La película en sí es un representante clásico de su género en muchos sentidos. Una vez más, la venganza es el motivo, hay una larga parte de entrenamiento e incluso una pequeña y típica historia de amor.
La elección de Jet Li fue perfecta para el papel, y sus auténticas habilidades de wushu fueron capturadas posiblemente en la cima de sus habilidades. Yu Hai ofrece una gran actuación, dando peso y dignidad al papel de “Shifu”. Usar un equipo de stunts como monjes también aporta autenticidad a su camaradería. La acción está bien coreografiada, y es genial ver las aplicaciones genuinas de lucha de muchas de las técnicas de wushu, que no siempre son obvias cuando se observan como arte de actuación o torneo. Destacar el entrenamiento Shaolin del principio, la gran escena de la actriz Ding Lang con unas ovejas (es ver para creer) y el ultimo tercio de metraje, lleno de acción y artes marciales de primer nivel. La dirección de Hsin-Yen Chang esta llena de ritmo y energía, sabiendo realizar un trabajo en las escenas mas tranquilas, como las que incluyen a bastantes personajes peleando al mismo tiempo. Eso sí, tenemos bastantes zooms al estilo de Shaw Brothers, pero es algo que se le puede perdonar.
En definitiva y resumiendo: No solo los fanáticos de Jet
Li tendrían que ver EL TEMPLO DE SHAOLIN,
sino que todo aficionado a las artes marciales debería verla. Sin duda tiene
los problemas del género, como la falta de profundidad de los personajes y la
trama predecible, pero las peleas que se muestran están espectacularmente
escenificadas y la relajada atmósfera encaja perfectamente en la imagen
general. Sin duda un clásico o una pequeña perla dentro del genero que se
disfruta de principio a fin.