A estas alturas de la saga, Wong Fei-hung no es ya solo un personaje emblemático del cine de artes marciales, sino una figura casi mitológica del imaginario colectivo chino. En ERASE UNA VEZ EN CHINA III, el director Tsui Hark continúa el proyecto de construir una epopeya nacionalista anclada en el heroísmo clásico, envuelta en coreografías virtuosas y una puesta en escena épica. Sin embargo, tras el deslumbrante despliegue de la primera entrega y la complejidad ideológica de la segunda, esta tercera parte se presenta más domesticada, menos audaz, casi como una repetición digna pero sin riesgo.
Fei Hung Wong va a Pekín a visitar a su padre, un maestro de la danza del león. Allí tendrá que defender la escuela de su padre de una escuela rival. Al mismo tiempo, la prima Yee se encuentra con un antiguo pretendiente que está involucrado en un complot para asesinar al Gobernador Chino. Éste le regala a la prima Yee una cámara de cine en la que se registra una prueba del complot, y descubren que el asesinato está previsto durante la competición de la danza del león. Fei Hung Wong entra en la competición para evitar el asesinato...