Vidas Pasadas (2023)

El género romántico suele encontrarse caminando sobre una cuerda floja, balanceándose precariamente entre la dulzura cursi (rozando la diabetes) y la repetición de clichés ya desgastados. Por tanto, resulta especialmente notable cuando una obra cinematográfica consigue atisbar la profundidad dentro de esta categoría a menudo estigmatizada, entrelazando el sentimentalismo con un análisis de las relaciones humanas. El romance no debe estar irremediablemente destinado a la banalidad, una verdad que ha quedado demostrada en cintas emblemáticas como "ANTES DEL AMANECER" (1995) de Richard Linklater. Sin embargo, mantenerse en esta línea exige un delicado dominio.

Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia con una fuerte conexión, se separaron cuando la familia de Nora, que entonces tenía solo 10 años, emigró desde Corea del Sur a Canadá. Muchos años después, cuando Nora está estudiando teatro en Nueva York, ambos se reencuentra con él online, y pasarán juntos una semana que les enfrentará al amor, al destino y a las elecciones que componen una vida.

Incluso en una panorámica plagada de malos exponentes, destacan filmes que consiguen transitar este estilo sin caerse por un precipicio. Un ejemplo es "VIDAS PASADAS" (2023), una película que dibuja con sutileza el vínculo emocional entre dos ex compañeros de clase quienes, reencontrados tras doce años, se sumergen en una travesía agridulce que profetiza un final incierto. La conexión que emerge no es una realidad tangible, sino de una idea añorada, del suspiro por lo que pudo ser—preguntas y dudas que llevan un peso crucial en la narrativa del film.

"VIDAS PASADAS" es una obra que profundiza no solo en el romance sino, adicionalmente, en los dilemas existenciales de decisiones tomadas o no tomadas en la vida. La película hace alarde de la noción coreana de In-Yun —esa concepción de que nuestras almas están enlazadas por hilos invisibles, extendidos a lo largo de reencarnaciones pasadas—, reconociendo, no obstante, que tal noción es más una ilusión que una realidad. Este tópico se refleja en la protagonista, Nora, quien expone la romantización de esta idea como un mecanismo de seducción más que una verdad inmutable. Esta narrativa va más allá del aspecto sentimental, abarcando también el contexto del fenómeno migratorio, poniendo el foco en la ambición y la persecución de sueños en tierras extranjeras. Estos elementos cuestionan tanto las metas personales como los sacrificios personales, y aunque la caracterización cultural puede pausarse ocasionalmente, su influencia es significativa en el argumento, proporcionando un contrapeso a la idealización del romance.

No obstante, a pesar de su naturaleza reflexiva y su inmersión en cuestiones de existencialistas, "VIDAS PASADAS" no abandona su esencia romántica. No se sumerge por completo en la resignación frente a la vida, sino que postula una emotividad en el diseño de sus protagonistas —seres humanos, pero con el coraje de intentar lo correcto. Porque estos personajes exudan humanidad, comprendemos sus fallos y empatizamos con ellos, deseando que su suerte les sea favorable. La atmósfera que respira este film es otro de los puntos de su éxito. Las imágenes de la ciudad de Nueva York, junto con diálogos finamente concebidos y una caracterización sobresaliente por parte de Greta Lee y Yoo Teo conforman su esencia. La banda sonora aporta su propio matiz a la narración, mientras que el guion destila ingenio, dotando a la cinta de un carácter agridulce que desafía la melancolía que podría presumirse dado los temas tratados. La pericia en la edición y el ritmo contribuyen a que, a pesar de los intrincados matices temáticos.

En definitiva y resumiendo: La directora y guionista Celine Song consigue que "VIDAS PASADAS" sea accesible, y al mismo tiempo, rica en detalles que invitan al espectador a una exploración minuciosa. Como resultado, el largometraje se erige como una gran obra cinematográfica, que en su esfuerzo por romantizar y analizar la existencia humana, ilustra emociones genuinas y una calidez que llega a traspasar al espectador. Sin duda, una gran sorpresa dentro del panorama del genero romántico.