En el fétido y abarrotado lodazal del cine de terror de criaturas, COLMILLOS DEL BAYOU (2025), dirigida por Taneli Mustonen y Brad Watson, se desploma con la gracia de un caimán drogado en un pantano de mediocridad. Este desastre fílmico, que aspira a ser un thriller visceral pero termina como una parodia no intencionada, es un insulto a la paciencia del espectador. Con un guion que parece escrito por un algoritmo con resaca, actuaciones que harían sonrojar a un actor de telenovela amateur y una ejecución que convierte cada escena en un suplicio, la película es un naufragio absoluto.
Las vacaciones de la recién graduada Kyle y sus amigos se convierten en desastre cuando escapan de un accidente de avión en el desolado e infame Bayou de Luisiana. Allí descubren que hay algo mucho más peligroso acechando en las aguas.
La premisa que podría haber dado lugar a un espectáculo descerebrado al estilo de OSO VICIOSO (2023) o un survival tenso como INFIERNO BAJO EL AGUA (2019). Sin embargo, el guion de Ashley Holberry y Gavin Cosmo Mehrtens es un desfile de diálogos que provocan vergüenza ajena, decisiones narrativas que desafían la lógica y una absoluta carencia de ingenio. Los personajes, desprovistos de personalidad o motivaciones creíbles, parecen existir solo para alimentar a los caimanes, y el espectador, lejos de sentir empatía, termina rogando que estos reptiles terminen su trabajo de una vez. Creo que puedo decir que los caimanes son los verdaderos héroes de la cinta: al menos ellos tienen el buen gusto de devorar a los personajes antes de que sigan abriendo la boca para soltar más diálogos atroces.
Técnicamente, COLMILLOS DEL BAYOU es un fiasco que no se molesta en disimular sus carencias. La fotografía transforma los pantanos de Luisiana en un monótono lienzo de grises, despojándolos de cualquier atmósfera ominosa. Los efectos visuales, particularmente los caimanes generados por computadora, son tan patéticos que parecen sacados de un videojuego de los años 90; en las escenas de acción, la desconexión entre los elementos digitales y los actores es tan evidente que uno se pregunta si el equipo de efectos estaba trabajando desde un sótano sin conexión a internet. La banda sonora, un revoltijo de sintetizadores chirriantes y percusiones genéricas, suena como si hubiera sido improvisada en un teclado de juguete, exacerbando el caos en lugar de generar tensión. La dirección compartida de Mustonen y Watson es un misterio insondable: ¿cómo dos directores lograron coordinarse para producir algo tan desprovisto de visión? Las secuencias de acción son un caos de cortes frenéticos que intentan ocultar la falta de presupuesto, pero solo logran desorientar al espectador. El clímax, es tan risible que parece un chiste malo, pero sin la chispa para ser intencionadamente gracioso.
COLMILLOS DEL BAYOU pretende ser una película de terror de criaturas, pero su incapacidad para generar miedo es casi admirable. La atmósfera es inexistente, reemplazada por una sucesión de escenas mal iluminadas y efectos visuales baratos. Los ataques, lejos de ser aterradores, son torpes y predecibles, con una coreografía que hace que cada mordisco parezca ensayado por un equipo de aficionados. En cuanto a la violencia explícita, la película incluye momentos de gore, como desmembramientos y heridas sangrientas, pero estos son tan mal ejecutados que resultan cómicos en lugar de perturbadores. La sangre parece pintura digital barata, y las escenas violentas carecen de impacto emocional o visual. En resumen, no logra ser ni aterradora ni visceral, ofreciendo una experiencia que no intimida ni conmueve, sino que aburre hasta el sopor.
El reparto no hace nada por salvar este desastre. Athena Strates, como Kyle, parece perdida en un papel que no le ofrece nada con qué trabajar; su supuesta experiencia con caimanes, un detalle introducido con la sutileza de un martillo, es tan inverosímil que provoca risas no deseadas. Elisha Applebaum, como Malika, irrita con una actuación que carece de matices, mientras que Madalena Aragão y Mohammed Mansaray se limitan a cumplir con estereotipos que no aportan nada. El elenco, en conjunto, parece resignado, incapaz de infundir vida a personajes que son poco más que carnada.
En definitiva y resumiendo: COLMILLOS DEL BAYOU es un producto vacío, carente de ambición, tensión o creatividad, destinado a hundirse en el olvido como un caimán mal animado en un pantano digital. Es una afrenta al género y una prueba de que incluso las ideas más simples requieren un mínimo de competencia para no convertirse en un chiste de mal gusto. Simplemente es una perdida de tiempo donde el espectador no merece tal tortura psicológica. No es "Tan Mala que es Buena", simplemente es una mala película.