Judy (2019)


Durante el invierno de 1968, treinta años después del estreno de 'El mago de Oz', la leyenda Judy Garland (Renée Zellweger) llega a Londres para dar una serie de conciertos. Las entradas se agotan en cuestión de días a pesar de haber visto su voz y su fuerza mermadas. Mientras Judy se prepara para subir al escenario vuelven a ella los fantasmas que la atormentaron durante su juventud en Hollywood. A sus 47 años, se enfrenta en este viaje a las inseguridades que la acompañaron desde su debut, pero esta vez vislumbra una meta firme: regresar a casa con su familia para encontrar el equilibrio.


La película biográfica titulada JUDY (2019) centrada en algunos de los últimos días de la estrella Judy Garland, demuestra un punto que muchos biopics tienen: una actuación imponente y fascinante puede hacer que una película simplemente buena encaje perfectamente dentro de una fórmula. Como Garland, Renée Zellweger ofrece una actuación compasiva, encantadora y a veces devastadora que debe ser vista por cualquier persona que sea fanática de grandes actuaciones, y al entregar un trabajo tan valiente, se destaca por encima de la película en la que está, y todos en ella, dejando un foco brillante sobre ella.


Tan evidente como es el gran papel de Zellweger como Garland, ese mismo amor se reflejan en el guion de Tom Edge. El guionista claramente tiene una pasión y simpatía hacia Garland, mostrando todo lo que la convirtió en un talento tan feroz y natural, así como todos sus vicios. Garland tuvo problemas como todos los demás, pero en un escenario mucho más grande, y el guion de Edge incluye escenas que se remontan a sus días más jóvenes en la productora MGM y su imponente jefe Louis B Mayer que destrozaba la confianza de la propia Garland. Todo esto pinta una imagen clara de Garland, ilustrando qué sobre su turbulenta vida en el mundo del espectáculo la convirtió en la mujer que fue.


Garland reflexiona sobre estos momentos de vez en cuando, dándonos una idea de la Edad de Oro de Hollywood que pocos conocen, mientras al mismo tiempo profundiza en una estrella problemática que lucha por encontrar y mantener el amor en su vida, ya sea coleccionando esposos, sus hijos o sus fanáticos. Lo que vemos en la pantalla es una construcción muy apasionada y, una vez más, no se puede subestimar lo genial que es Zellweger en el papel. Durante los tiempos de inactividad, ella saca a la luz los defectos, la confusión y la ira de Garland. Ella es una verdadera “show-stopper”, que captura el ingenio y el encanto del ícono tanto como su complejidad y dolor, y al final, sinceramente (y mas si eres un fan de Garland como ocurre en mi caso) se resbalan las lágrimas sobre las mejillas.


A pesar de lo amorosa que es la representación de Garland en JUDY, el ritmo y la estructura de la película hace poco para elevar la película más allá de donde cualquiera película de biopic espera ir. Al igual que un tambaleante abuso de sustancias y melodrama, la película funciona como un flujo constante de altibajos. En un momento Judy se siente amada, admirada e interpretando su espectáculo con gusto, y al siguiente se ve sumida en una agitación emocional y se encuentra siendo abucheada fuera del escenario, aspecto que sucede demasiadas veces durante el metraje, sintiendo el espectador una especie de sensación de bucle. Si bien estoy seguro de que esto refleja la vida turbulenta de Garland, como una película que trata de contar una historia, es difícil discernir cuál es realmente esa historia. El director Rupert Goold configura su película para actuar como un gran escenario para el cual nosotros, como audiencia, simplemente vemos a Judy pasar por esta serie de altibajos, solo para alejarse entendiendo que, sí, Garland tuvo una vida problemática provocada por el tipo de trastorno mental y angustia física que solo la fama puede traer. Pasar por estos temas puede parecer monótono, con pocos detalles y casi nada convincente sobre la mesa fuera de lo que Zellweger ofrece. Los números musicales parecen pocos y distantes entre sí y terminan demasiado rápido (una pena).


El elenco de apoyo hace lo que puede, pero todos palidecen junto a su protagonista. Jesse Buckley funciona como Rosalyn Wilder, la presencia estable y estable alrededor de Garland en este momento de su vida, y Finn Wittrock tiene un poco de encanto y le da a su Dean un aire constante de “bufón”. Todos los demás en la película están bien, pero a veces incluso tienen un rostro que muestra y entienden que cuando Zellweger está en la pantalla, nadie les hará caso.


En definitiva y resumiendo: JUDY como película biopic funciona a medio gas, ya que si no conoces bien la vida de la artista te puedes perder fácilmente y no saber porque el personaje toma diferentes elecciones durante su vida, ya que la historia solo se centra en sus días actuando en Londres antes de su triste fallecimiento. Esta claro que si esta película será recordada por la gran estrella en la que se centra la historia y no es Judy Garland sino la actuación “repito” fantástica de Rene Zellweger.

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