Tras perder su trabajo y terminar con su relación
disfuncional, Olive (Crew) decide abandonar la ciudad para pasar
unos días de tranquilidad en el campo. Para ello alquila una casa rural un
tanto excéntrica y muy ornamentada de un señor que se hace llamar Harvey (Patrick),
un viudo que trata de ocultar por todos los medios sus tendencias psicópatas.
Después de un par de películas con su estilo personal como
fueron EXCISION (2012) y TRASH FIRE (2016) el
controvertido director Ricky Bates Jr. está de regreso con su
última película, y parece que ha terminado yéndose por las ramas cuando se
trata de asumir el statu quo. Bates se ha ganado la reputación de
ser un cineasta que no tiene miedo de confrontar las costumbres sociales y
culturales con sus películas, utilizando con frecuencia el medio para entrar en
el meollo de los conflictos interpersonales con la familia (como ocurrió con TRASH FIRE) o diseccionando imagen corporal de la
persona (como en EXCISION). Con TONE-DEAF (2019) Bates
pone su mirada en la brecha generacional entre los “Baby Boomers” y los
aparentemente frágiles “Millennial”, para dejar atrás todos los intentos de
sutileza.
Afortunadamente, las actuaciones centrales de Crew y
Patrick son lo suficientemente fuertes y la dirección de Bates
para, durante gran parte del metraje, el concepto detrás de la película es
intrigante, una especie de juego peligroso reformulado como un conflicto
generacional. Estaba completamente metido en eso cuando la película comenzó a
desarrollarse y luego Harvey (Patrick) habla a la cámara rompiendo
la cuarta pared con el espectador. Aquí es donde la película me hizo perderme por
completo y, aunque hay unos diálogos mordaces que me hicieron sonreír, el tono
general de la película pasó de la exploración subversiva de los prejuicios
generacionales a ser la típica película de terror “random”. Cada personaje es
una caricatura bidimensional de sí mismos. El “Boomer” es un hombre mayor que
está harto de los niños frágiles en estos días, y la “Millennial” está más
preocupada por encontrar una manera de pasar su ruptura con su pareja, en el
momento que cualquier cosa real que suceda en su vida o en el mundo que la
rodea le importa poco.
Una vez más, el concepto no malo en absoluto, pero es el
completo desinterés por la sutileza o la subversión lo que me dejó con descolocado.
Con TONE- DEAF, Bates sufre del “Síndrome
de Cronenberg”, un cineasta que hizo las mejores películas de su
carrera al usar el género para abordar preocupaciones culturales reales de una
manera abstracta (LA MOSCA, VIDEODROME) para decirle abiertamente al público
qué sentir y abandonar toda pretensión de metáfora (UN
METODO PELIGROSO), haciendo obvias, y por lo tanto mucho menos
interesantes, sus intenciones.
Pero de nuevo, Bates Jr. parece tener
problemas para decidir qué quiere que sea la película o qué quiere decir al
final. Para cuando el tercer acto se desenvuelve, la película ha zigzagueado de
un thriller elaborado de manera competente a una comedia sátira y regresa sin
una transición muy suave. La dirección visual no es el problema, ya que Bates
tiene una hábil comprensión de cómo enfocar su acción. Las actuaciones
tampoco son el problema, ya que los actores principales antes mencionados se
desenvuelven lo suficientemente bien como para mantener que la película sea entretenida.
No, son las inconsistencias de tono en el guion, las que se muestran a sí
mismas como los fallos más importantes a la hora del final. Debido a que se
hacen reflexiones sobresalientes en ambos lados del argumento generacional,
todo lo que nos queda al final es un choque de estilos de vida, ninguno de los
cuales triunfa tanto ideológicamente como físicamente.
En definitiva y resumiendo: Bates Jr. parece
que tiene miedo de realizar una película como fue TRASH
FIRE que no fue muy comprendida por los espectadores y la crítica. Así
que el director nos ofrece TONE-DEAF, una película que está hecha de manera competente,
la actuación es perfectamente buena si se direcciona adecuadamente para el
contenido, y es probable que encuentre un público en los fanáticos del género
del terror sin demasiados problemas. Sin embargo, sabiendo que el talento y la
capacidad de Ricky Bates Jr. como ocurrió en EXCISION aquí nos deja un poco decepcionados, en
una historia sobre brechas de generaciones, en lo que empieza siendo una crítica
mordaz (que funciona bien) para ser una película de terror que ya hemos visto
en muchas ocasiones, y es una pena sabiendo de lo que es capaz el director.