La Madre del Blues (2020)

 

Por desgracia, está claro que gran parte de la promoción de la película de Netflix titulada LA MADRE DEL BLUES (2020) es que se relaciona con la última actuación del fallecido Chadwick Boseman. A lo largo de los años, Boseman se consolidó como uno de los mejores actores de su generación, y su fallecimiento en agosto devastó a muchos amantes del cine. Por lo tanto, no es de extrañar que LA MADRE DEL BLUES, basado en la aclamada obra de August Wilson, que a su vez está inspirada en la cantante de blues de la vida real Ma Rainey, llegue esta semana con una cierta expectativa. La película ya está cortejando a los Oscar, y por una buena razón. Este es un caso en el que las expectativas son correctas, afortunadamente. La película tiene dos potentes actuaciones, que son tanto Viola Davis como Chadwick Boseman.

Cuando Ma Rainey, la "Reina del Blues", graba su nuevo disco en un estudio de Chicago en 1927, se disparan las tensiones entre ella, su agente, su productor y sus compañeros de banda.

Incluso aquellos que desconocen los orígenes de LA MADRE DEL BLUES no se sorprenderán al saber que es basada en una obra de teatro. El diálogo rápido, adaptado para la película por Ruben Santiago-Hudson, suena con teatralidad, y aunque el director George C. Wolfe logra dejar que la acción se filtre en diferentes habitaciones dentro del estudio de grabación y es evidente que se trata de una historia de un solo lugar. Esto no es necesariamente algo malo, ya que las grandes actuaciones evitan que la historia se sienta demasiado cerrada en tema de los escenarios. Las escenas en las que la banda espera en una sala del sótano cobran vida con apasionados monólogos, algunos de los cuales conllevan fuertes emociones. Sin embargo, algunos también corren el riesgo de perder la atención del público. Una cosa que ayuda es que Wolfe y el diseñador de producción Mark Ricker han capturado a la perfección la apariencia del Chicago en 1927, que tenía sus propias tensiones raciales.



La sensación escénica de LA MADRE DEL BLUES solo sirve para poner un mayor foco en el excepcional elenco. Si bien la película se anuncia en gran medida como una doble mano entre Boseman y Davis, todo el conjunto hace su parte para contribuir a esta conmovedora historia de arte, voces y sueños negros. Los veteranos Michael Potts (bajista Slow Drag) y Glynn Turman (pianista Toledo) dan a sus personajes con un cansancio del mundo que se siente palpable. Como compañeros de Ma Rainey, Dusan Brown (Sylvester) y Taylour Paige (la novia de Ma, Dussie Mae) cada uno tiene su momento para dejar una marca en la historia.



Pero no se puede negar:  LA MADRE DEL BLUES pertenece a Davis y Boseman. Como personaje principal, Olivia Davis trae a la historia, una personalidad más grande que sorprende. La propiedad inquebrantable de Ma sobre su talento le da a Davis mucho con qué trabajar, y los momentos en los que derriba a los ejecutivos blancos que intentan controlarla son tan impactantes como las escenas más tranquilas en las que reflexiona sobre su valía como artista negra. En cuanto a Boseman, es difícil no ver LA MADRE DEL BLUES sintiendo que era su última película antes de su perdida. Boseman aporta un físico a Levee que dejará sin palabras a los espectadores. Parece que Boseman retrata el espectro completo de las emociones humanas sobre el mismo, y es increíble de ver.



En definitiva y resumiendo: Davis y Boseman parecen destinados a estar nominados a los Oscar. El resto de la producción hace todo lo posible para estar a la altura de sus imponentes actuaciones y, sin duda, Wolfe y su equipo han creado algo muy interesante. Aunque es difícil escapar del sentimiento de la puesta en escena, LA MADRE DEL BLUES cuenta su historia de manera efectiva que los últimos momentos del largometraje se quedara en la mente de los espectadores después de los créditos. Puede parecer más una obra de teatro que una película, pero provoca las emociones adecuadas para que el espectador disfrute de ella.