Minari, historia de mi familia (2020)

 

El cine coreano está en auge desde hace tiempo como lo demuestran los éxitos de BURNING (2018), LA DONCELLA (2016) y PARASITOS (2019) en los últimos años. La diáspora coreana presente en Estados Unidos, quizás inspirada por este movimiento, también comienza a ofrecer algunos trabajos cinematográficos. Este es el caso de MINARI. HISTORIA DE MI FAMILIA (2020) del director Lee Isaac Chung, quien, habiéndose ganado al público y a la crítica en Sundance a principios de 2020, está comenzó lentamente su viaje para los premios cinematográficos. Efectivamente, la película, aunque en gran parte es hablada en coreano, es una producción estadounidense, lo que da quebraderos de cabeza a los votantes de las prestigiosas galas (Oscar, Globos de Oro, Premios Guilds) ya que esta mezcla cultural lucha por cumplir con las exigencias, y parece que USA está haciendo feria de buena calidad, ya que la presentan como película de habla no inglesa en los premios, algo que es bastante discutible. De cualquier manera, la película según mi opinión ha tenido demasiados elogios y reconocimiento de los que realmente merecen.

David, un niño coreano-americano de 7 años, ve cómo a mediados de los años 80 su vida cambia, de la noche a la mañana, cuando su padre decide mudarse junto a toda su familia a una zona rural de Arkansas para abrir allí una granja, con el propósito de lograr alcanzar el sueño americano.

Este tipo de narrativa ha sido explotado muchas veces en el cine antes de MINARI y, sin embargo, la película a pesar de intentar ser un soplo de aire fresco en esta narrativa realmente no aborda nada nuevo, ya que es la búsqueda del éxito del estadounidense de una familia de inmigrantes. Estamos acostumbrados a las historias del éxito del típico americano que intenta hacer fortuna con sus ideas a veces locas y que, contra todo pronóstico, logran sus fines ya sea por la resistencia que muestran (a menudo al borde de la terquedad), o por un juego del destino que finalmente los hace prosperar. Aquí lo único que tiene de novedad es que son una familia coreana donde el padre también quiere alcanzar el sueño americano.



La película funciona en parte debido a la dinámica familiar creada por los actores, que todos realizan un gran papel. Steven Yeun, conocido por su papel en la serie de THE WALKING DEAD demuestra que es uno de los actores que más pueden prometer en un futuro, en un papel dramático. Pero son sobre todo los actores y actrices menos conocidos son los que más brillan, empezando por el niño Alan S. Kim y Yuh-jung Youn, que interpreta a la perfección a esta atípica abuela de la familia. La evolución de su relación es particularmente fascinante y nos complace mucho observar la ingenuidad de uno como del otro. De hecho, los dos viven un cierto choque generacional, la abuela adaptándose (bastante bien) a la vida estadounidense (bebiendo Mountain Dew o viendo el wrestling en la televisión), y David adaptándose (bastante mal) a las tradiciones que Soonja le impone (como beber una extraña bebida hecha de hierbas coreanas). Su química es palpable y trasciende la pantalla lo que es lo mejor de MINARI. Las actrices Han Ye-ri y Noel Cho defienden lo poco desarrollado que están sus personajes en el guion.



El escenario de MINARI tiene una profunda riqueza temática, cuyo tema global ya ha sido explorado (otra vez) antes, pero que observamos esta vez desde el punto de vista de una familia inmigrante. El choque es grande entre la cultura coreana y estadounidense (especialmente la del Medio Oeste, muy religiosa y purista) y, sin embargo, presentamos todo de una manera matizada en cierta manera. Si bien uno podría esperar racismo de la población local, son bastante acogedores, incluso curiosos. Esto deja espacio para algunas situaciones que pretenden ser divertidas, pero que bajo mi opinión sobran, ya que el director no tiene un buen equilibrio entre la comedia y el drama. Hablando del drama de MINARI creo que es exagerado, ya que si la hubieran titulado “Las catastróficas desdichas de una familia coreana” me lo hubiera creído totalmente. Que una historia que pretende ser realista, no puedes creerte bajo mi punto de vista lo que ocurre en la historia.  Sin hace spoilers, posiblemente no he visto tantas casualidades “casi fantásticas” de lo que le ocurre a esta familia. Una cosa es explicar lo duro que es conseguir el sueño americano, pero otra es crear dramas uno detrás de otro para que el espectador se sienta identificado con la familia, lo que en mi caso fue lo contrario, ya que cada vez me creía menos lo que pasaba.



La dirección de Chung funciona con su ojo fotográfico con todos los paisajes de Arkansas combinando un hábil dominio de la cámara con una interesante composición visual. También hay que decir que MINARI pretende (en un acto de ambición absurdo) ser una película artística y por momentos bastante contemplativa, pero sigue siendo accesible a un público numeroso, pero que pondrá a prueba la paciencia de los espectadores en no mirar el reloj en demasiadas ocasiones.



En definitiva y resumiendo: MINARI es una película aceptable, pero sin duda no comparto el furor de la critica en general. Funciona a nivel visual y lo mejor es la relación entre el niño pequeño y la abuela, donde su interacción es muy interesante. Lo que veo es que es un largometraje del sueño americano donde lo único que cambia es el origen de la familia… y también no me creo tanto drama seguido, haciendo que el realismo quede bastante opaco. Además, el ritmo contemplativo no es muy amigo mío, lo que me hizo un poco más difícil si visualización. Pero como siempre digo: mi opinión no es una obligación ni tengo la verdad absoluta. Así que lo mejor que es cada espectador juzgue si MINARI es tan buena película o quizá esta un poco sobrevalorada.

 

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