Terrores Nocturnos: Pesadilla en Elm Street (1984)

 

Wes Craven, el director y guionista de grandes películas del género de terror, no estaba destinado a convertirse en uno de los cineastas más populares. Licenciado en literatura y filosofía, primero enseñó literatura antes de cruzarse con Sean Cunningam (futuro director y productor de VIERNES 13) para empezar una carrera en el mundo del cine. Con LA ÚLTIMA CASA A LA IZQUIERDA (1972) y LAS COLINAS TIENEN OJOS (1977), Wes Craven lanza dos “bombas” ultraviolentas en el mundo, haciéndolo entrar así en el círculo de los directores especializados en el genero del terror. En 1984, Wes Craven luchaba por salir de la mediocridad de sus últimos trabajos (LA COSA DEL PANTANO o el telefilme INVITACIÓN AL INFIERNO). Es entonces cuando se encuentra con un incidente muy intrigante: un adolescente se niega a dormir con el pretexto de que sus pesadillas corren el riesgo de matarlo. Sus padres, sin tomar en serio su extraña historia, le ordenaron que se fuera a la cama. Pero por la mañana, el joven fue encontrado muerto. La imaginación de Wes Craven se hizo la pregunta de: ¿qué habrá soñado este adolescente? Redescubierta la inspiración, el cineasta se puso inmediatamente a escribir el guion de PESADILLA EN ELM STREET (1984), y sin saberlo creó al personaje que quedará como uno de los iconos más famosos del terror: Freddy Krueger.

Varios jóvenes de una pequeña localidad tienen habitualmente pesadillas en las que son perseguidos por un hombre deformado por el fuego y que usa un guante terminado en afiladas cuchillas. Algunos de ellos comienzan a ser asesinados mientras duermen por este ser que resulta ser Freddy Krugger (Robert Englund) un hombre con un pasado abominable.

PESADILLA EN ELM STREET es, bajo mi opinión, un éxito total y justifica perfectamente su condición de imprescindible del género. El largometraje es particularmente brillante en su mecánica para producir terror y en su capacidad para escenificar las ansiedades en torno a figuras oníricas comunes. Wes Craven es el hombre indicado para el trabajo, ya que admite fácilmente usar sus sueños como vectores de inspiración cinematográfica. PESADILLA EN ELM STREET está llena de pesadillas que son muy cercanas al ser humano (la sensación de ser perseguido sin descanso, de ahogarse, de tener los pies pegados al suelo y no poder huir, etc.). La idea por tanto es genial, ya que asocia la angustia inconsciente en torno a una película de terror con un tema ambiguo (la venganza póstuma de un asesino de niños, víctima de un linchamiento por parte de los padres de los niños asesinados).



Cuando le ofrecieron el papel de Freddy Krueger al actor Robert Englund, este último no necesariamente salto de alegría. Abandonado hasta entonces a papeles de secundario en películas de serie B, Robert Englund encontró aquí un papel importante sin gozar de un gran tiempo de presencia en pantalla (apareciendo más entre las sombras). Pero también es por eso que Freddy Krueger nos parece tan aterrador en esta película (a diferencia de futuras secuelas). En PESADILLA EN ELM STREET, no es a primera vista el personaje gravemente quemado el que asusta al espectador, sino su icónico guante, que Wes Craven filma con un fetichismo complaciente (los primeros planos de la escena previa a los créditos). Freddy, el personaje, queda reducido a una enfermiza encarnación del individuo: en su mente (insultos o alusiones sexuales), pero también hacia su cuerpo (automutilaciones). No necesariamente se necesita más para armar una figura auténticamente aterradora, especialmente desde que Wes Craven recurre a trucos muy efectivos destinados a incomodar constantemente (mucho trabajo en los efectos sonoros, como el de las cuchillas rozando el metal o la ausencia total de humor).



Por lo tanto, revisar la película hoy no cuestiona el lugar que ocupa la película en el género de terror.  Aunque el personaje de Freddy se ha perdido desde entonces en el laberinto de la cultura pop, esta original encarnación todavía provoca escalofríos. La película también funciona bien, por un lado, porque las pesadillas de todos siguen siendo las mismas, por otro lado, porque el universo creado por Wes Craven en esta película sigue tan vigente como siempre (problemas de pareja, alcoholismo del progenitor, culpabilidad por tomarse la justicia por la mano). Los efectos especiales no han envejecido tanto, simplemente porque las imágenes que sirven tienen un impacto que sigue siendo tan fuerte como siempre (la escena de Tina destripada arrastrada por el techo, el mítico géiser de sangre explotando desde el interior de la cama, la aparición fantasmal de Freddy a través de las paredes o la escena de la bañera con Nancy tumbada y el guante emergiendo del agua). En cuanto a la partitura de Charles Bernstein, tiene bastantes buenas ideas como para que nos olvidemos de los temas pop de la época.



El único pequeño problema de la película vendría en última instancia por la representación de la vida cotidiana de su época. Porque si el esquema realizado para los adolescentes en los años 80 sigue siendo muy fácil de ver, debemos admitir que todo parece muy obsoleto hoy en día. Modas y cortes de pelo aparte, es más la representación del adolescente que a veces te hace sonreír un poco porque está sujeto a clichés que hemos visto miles de veces. La actuación del joven elenco es aceptable, como la primera aparición en pantalla de Johnny Depp. En el papel principal, la joven Heather Langenkamp nos ofrece una actuación de una joven banal pero decidida, a mil leguas del cliché famoso en la época de la “Final Girl” con el coeficiente intelectual de un caballo de madera.



En definitiva y resumiendo: PESADILLA EN ELM STREET fue y es una excelente película de terror, incluso si compite con las obras maestras atemporales de las que todo el mundo habla (Como EL EXORCISTA o LA NOCHE DE HALLOWEEN). La película sigue siendo, sin embargo, una imprescindible del genero que merece ser vista (te guste o no) para ver lo que represento en la época.  Un inicio de una saga que convirtió en icono a un pervertido hombre del saco.