Misántropo (2023)


 Con “MISANTROPO” (2023), Damián Szifron intenta trazar una senda intrincada en el terreno del thriller cinematográfico. Si bien su esfuerzo por tejer tensión narrativa con una crítica severa al sistema social americano es loable, su ejecución pudiera ser considerada, para algunos, como una trayectoria excesivamente ambiciosa. La película se esmera en abarcar un amplio espectro de objetivos, desde la corrupción política y la vanidad de los dirigentes del FBI hasta el sensacionalismo de los medios, los fanatismos exacerbados y las poderosas instituciones como el complejo militar-industrial y la NRA (Asociación Nacional del Rifle). Incluso la atención a la salud mental recibe su dosis de critica. Aunque el intento es audaz, en ocasiones la envergadura de su objetivo provoca un cúmulo de mensajes que cortan el flujo del relato, provocando que la denuncia social pese más que la trama en sí.

Baltimore, la noche de Año Nuevo. Un feroz ataque producido por un único hombre deja un saldo de 29 muertos y ni una sola pista. Eleanor Falco (Shailene Woodley), una retraída pero talentosa mujer policía de bajo rango, es reclutada por el agente especial del FBI Geoffrey Lammark (Ben Mendelsohn) para integrar el equipo a cargo de la identificación y captura del homicida.

MISANTROPO” despliega un escenario violento que refleja el alarmante incremento de tiroteos masivos en Estados Unidos, superando por mucho a sus congéneres. Datos desalentadores como los recopilados por el Gun Violence Archive — con 611 tiroteos masivos reportados solo en 2020 — son usados como piedra angular de su argumento, y aunque el foco en este sombrío aspecto de la sociedad estadounidense es indispensable, la película corre el riesgo de convertirse en un vehículo unidimensional para la denuncia, oscureciendo otras capas potencialmente ricas en el desarrollo de sus personajes y sub tramas.


La trama, que evoca el lamentable ataque de Las Vegas en 2017, logra un eco macabro y una conexión con la cruda realidad; sin embargo, el tratamiento de este espejo de los hechos se resiente de un déficit de originalidad tanto en su enfoque como ejecución. Además, la relación entre los investigadores Lammark y Eleanor, interpretados por Shailene Woodley y Ben Mendelsohn quienes realizan un esfuerzo plausible, palidece ante la falta de una exploración psicológica más minuciosa, limitando el estado psicológico y emocional que ambos personajes podrían haber alcanzado. Es acertado apuntar, a pesar de las limitantes del guion, la voz raspada de Mendelsohn en la versión original es un motivo de aclamación en medio de una obra que flirtea con la mediocridad en pequeños momentos.


El debate sobre el título de la cinta revela otra faceta del descuido: la etiqueta original pensada por Szifron, "MISANTROPO", podía haber conferido una profundidad simbólica adicional, pero (como no) en Estados Unidos fue descartada por las estrategias de mercado de Vertical Entertainment en favor de "CATCH THE KILLER". Pese a ello, los distribuidores franceses y españoles tuvieron el tino de restaurar el título original, percibido quizás como más sofisticado o apropiado, la maniobra puede interpretarse como un intento vano de vestir una película que, a final de cuentas, no logra satisfacer plenamente las expectativas ni justificar su pretensión inicial.


En definitiva y resumiendo: En su aterrizaje en la industria del cine estadounidense, Szifron ofrece con "MISANTROPO" un arranque que, a pesar de contar con actuaciones capaces y momentos muy potentes, tropieza con la barrera de una complejidad demasiado autoimpuesta. El filme, con sus irregulares aciertos y palpables debilidades, es una experiencia cinematográfica que puede generar tanto desasosiego como frustración en aquellos espectadores que buscan una conjunción más afinada entre entretenimiento, el thriller psicológico y la critica social.