Gretel y Hansel (2020)


En Baviera, a principios del siglo XIV, Gretel y Hansel, de 13 y 9 años respectivamente, viven en la miseria más absoluta. Su padre murió hace años y su madre está casada ahora con un hombre malvado. Debido a la falta de recursos y al creciente miedo que les produce su padrastro, Gretel y Hansel deciden huir del pueblo en busca de un futuro mejor. En el bosque se encuentran con varias personas que, de una forma u otra, intentan aprovecharse de ellos. Así, los dos hermanos llegan a la cabaña de Holda, una amable mujer mayor que decide acogerlos. Lo que Gretel y Hansel no pueden imaginarse es que en esa cabaña tendrán que enfrentarse a sus peores miedos si quieren sobrevivir.


Uno de los puntos brillantes sobre la nueva versión de la historia clásica de Hansel y Gretel, ahora girada como GRETEL Y HANSEL (2020) es que entiende que una historia sobre dos niños a punto de ser comidos / asesinados / Dios sabe qué por una bruja en una cabaña no debería ser menos que un viaje al infierno. Si el espectador busca algo que puede verse y, a veces, puede sentirse como una pesadilla, entonces puede que le guste, pero si no quieres una película que tira más de una buena cinematografía a expensas de la narración o el guion quizá no sea del gusto de todos.


Con un prólogo que parece más cercano a una portada de un cd de Death Metal con imágenes minimalistas y de pesadilla, donde el director Osgood Perkins no pierde el tiempo poniendo su propio giro retorcido en el canon del cuento de hadas, creando algunas tomas cautivadoras y desagradables. Una narración sombría y estas imágenes te llevan directamente a lo que rápidamente se convierte en un oscuro cuento de hadas. Luego nos presentan a Gretel (Sophia Lillis), a quien conocemos mientras reflexiona sobre sí con reflexiones pomposas que parecen de una mujer adulta y no de una niña/joven. Como sugiere el título, esta historia ciertamente está más centrada en Gretel que en su hermano menor Hansel, a quien esta vuelta significa simplemente que solo se queja y llora porque tiene hambre. Después de que Gretel rechace un trabajo en una casa en la que el dueño, maquillado como un “payaso”, le pregunta sobre su virginidad, su madre no tiene más remedio que amenazarlos con un hacha para que dejen su propia casa, ya que no hay dinero para mantenerlos.
Una vez más, desde el tono azul del deprimente hogar de los niños hasta la vitalidad del bosque, Perkins tiene un don para crear escenas visuales deslumbrantes que pueden atraer al espectador. El problema es que, si bien esto establece un tono misterioso y siniestro, es cuando comienzas a mirar que la falta de algo sustancial se vuelve clara. Tomemos, por ejemplo, una escena al inicio de la película en una casa (no hare spoilers) donde todo se ve genial, pero tiene más preguntas que respuestas que nunca serán respondidas y la lógica se escapa en el director.


Perkins renuncia al pensamiento de que la pesadez y la desolación del estado de ánimo y la atmósfera deben reflejarse exactamente en sus actores y ritmo. Todo parece adecuadamente inquietante a medida que los niños se aventuran en el bosque, pero los eventos, el ritmo y la actuación se tratan con su propia marca de desolación oprimida para que parezca pretencioso y puede que el espectador sienta rechazo ante ello, con secuencias (las setas) que no sabes porque están puestas ahí, si no es simplemente para demostrar que como director sabes hacer virguerías visuales.
Cuando finalmente llegamos a la legendaria casa, y la bruja lleva a los niños a un festín, la cosa se anima. Eso es gracias a la actriz Alice Krige, que, demacrada y vestida de negro, siempre tiene una gran sonrisa amenazante que es a la vez horrible y extrañamente acogedora. Yo mismo probablemente pasaría a comer algo si me encontrara con hambre en el bosque, lo que es un testimonio de lo genial que es. Su casa se ve adecuadamente siniestra, con vidrios naranjas que envían rayos de luz para dar un calor engañoso a la oscuridad. Lo que ocurre es que cuando entramos en la casa (y es una queja de mucha gente) la historia parece detenerse para lo que parece un estudio de la lógica.


A pesar de que algo obviamente está sucediendo, y Gretel incluso está un poco al tanto de ello, apenas hay un momento en el que considere que tal vez, simplemente, se vaya con Hansel. En cambio, se quedan, haciendo trabajos extraños en la casa. básicamente tenemos pesadillas y visiones extrañas de Gretel que tiene un significado. A medida que avanza la historia, el deseo de Perkins de mantener todo lúgubre como una espiral pesadillesca. Mucho de eso recae en el guion de Rob Hayes, que escribe a todos los personajes como si todos trataran de ser la persona más inteligente en cualquier momento, hablando de manera muy filosófica. Lo que estos tres personajes se dicen entre sí comienza a sonar igual y se mezclan. No hay desarrollo en la personalidad, exceptuando Gretel y más bien solo una serie de siniestras divagaciones en un contexto del terror que puede comenzar a sentirse claro después de un tiempo. Lillis está atrapada en un diálogo escrito por alguien que realmente debe amar la filosofía. La joven estrella tiene el talento suficiente para brillar incluso mientras tiene diálogos vacíos.


En definitiva y resumiendo: GRETEL Y HANSEL tiene sus aspectos buenos y malos. Admiro el enfoque de llevar un cuento de hadas a sus jodidas raíces aterradoras y Perkins sabe como crear una atmosfera perfecta para ello que hace que el espectador se meta en ella, pero el problema es que una vez que la historia se pausa en ritmo para imágenes visuales y diálogos pomposos, muchos espectadores la consideraran algo aburrido y vacío. Dependiendo del estado del ánimo, puede que sea una película que se admire y otros que la odien. Esta claro que lo visual es superior a su guion y ahí esta su punto positivo o negativo.

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