
Después de años en que George Lucas y Steven
Spielberg disfrutaran de los misterios y la emoción del espacio a
través de la fantasía en la gran pantalla, los productores de S.O.S: EQUIPO AZUL (1986)
buscaban lograr el mismo sentimiento de asombro en los espectadores, solo que
desde una perspectiva ligeramente más realista. Durante el rodaje de la
película, el programa espacial estadounidense y todas las cosas de la NASA
estaban de moda, inspirando una historia de adolescentes interesados en el
programa de astronautas y que por un “accidente” acaban lanzados al espacio. La
premisa es pura ficción, pero el director Harry Winer pone un
poco de esfuerzo en la autenticidad, fundamentando lo que equivale a un
esfuerzo de cumplimiento de deseos que generalmente es mejor con el
procedimiento que la extravagancia. S.O.S: EQUIPO
AZUL tiene demasiados problemas dramáticos,
y tampoco intenta ser entrañable o recordable a través del tiempo.
S.O.S: EQUIPO AZUL es un producto de su época, que juega con las
tendencias de los adolescentes empoderados enviados a una aventura diferente, encontrando
gloria y amor por el camino. Sin embargo, la diferencia aquí es que todo es
demasiado serio para gustar al público al que va dirigido, ya que el guion reúne
al típico grupo que acaba en la “Atlantis” y acaban en el espacio, ese grupo es
un “cliché” con patas, ya que tenemos al gamberrillo, la inteligente, la rara,
etc… y parece que el guion nos quiere obligar todo el rato a que es algo diferente
que nunca se ha visto (totalmente erróneo). Los estándares de las películas de
fantasía también se cumplen con la introducción de Jinx, un robot de 27
millones de dólares que Max (Joaquin Phoenix) adopta, como el
amigo mecánico que reside en la taquilla del niño y ansioso por conceder su
deseo de volar al espacio, ideando en secreto un fallo del motor que lanza el
Atlantis al espacio. Es una mezcla inestable de lo irreal y lo real, que no
llega a cuajar intentando quitar de en medio el personaje de Jinx durante la
segunda mitad de la película.
La película toma aproximadamente 50 minutos antes de que se
lance la Atlantis, dejando la primera mitad de S.O.S:
EQUIPO AZUL para escenas de
entrenamiento y desarrollo de personajes durante el campamento. Aprendemos algo
sobre todos los miembros del equipo, desde la desesperación intimidada de Max
hasta la frustración de Kathryn (Lea Thompson) cuando se ve
obligada a ser la piloto de la nave, en vez de su sueño de ser comandante. La poca
comedia viene con viajes de campo y simulaciones de la NASA, y también hay
espacio para los adultos, que encuentran a Andie (Kate Capshaw)
un poco obstaculizada por tener que ser profesora del grupo de jóvenes,
mientras que el Comandante Zach (Tom Skerritt) se posiciona en el
control de lanzamiento, mirando con horror como una prueba de rutina del motor
para emocionar a los jóvenes, de repente se convierte en un lanzamiento
completo, perdiendo contacto de radio con el grupo lanzado. La aventura se
desarrolla en el segundo acto, ya que Andie tiene la tarea de dirigirla
Atlantis a la Estación Espacial Daedalus para reponer los suministros de
oxígeno, lo que resulta ser lo único interesante de su viaje espacial ya que
todo lo demás es relleno (tanto de diálogos como de acciones).
En definitiva y resumiendo: S.O.S:
EQUIPO AZUL se pone unos objetivos
demasiado elevados, tanto visuales, que no puede alcanzar, ya que la mayoría de
los efectos especiales son bastante pobres, mostrando líneas y obvios cables mate
conectados a los actores para las escenas de ingravidez. Aparte de eso, la película
se toma demasiado en serio en todos los aspectos, siendo en su mayoría de
tiempo bastante aburrida tanto para adultos como para niños y que a pesar de una
elección de casting bastante interesante con actrices famosas en la época, la
película se queda en tierra de nadie, simplemente por intentar ponerse
objetivos demasiado altos.