Tenía muchas ganas de ver LAS
NIÑAS (2020) debido a ciertas
amistades que comentaban que era una buena película y que posiblemente la ven
como ganadora a mejor película este año a los premios goya 2021. Después de
abandonar la sala de cine, una vez terminado el largometraje, sentí una moderada
decepción. Para ser sincero, La mayoría de edad es la categoría en la que se
basa el debut cinematográfico de inspiración autobiográfica de Pilar
Palomero. Pero la historia a principios de los noventa en realidad
muestra lo contrario. Ni Celia (Andrea Fando), de 11 años, ni su
joven madre Adela (Natalia de Molina) se desarrollan más allá de
unas breves pinceladas en el guion. Ni siquiera las monjas del colegio de
cristiano de chicas, donde el personaje principal y su nueva compañera de clase
Brisa (Zoe Arnao) descubren un apasionante mundo adolescente,
aprenden y el público se queda sin aprender nada al respecto y con una sensación
que roza el aburrimiento.
Año 1992. Celia, una niña de 11 años, vive con su madre y estudia en un colegio de monjas en Zaragoza. Brisa, una nueva compañera recién llegada de Barcelona, la empuja hacia una nueva etapa en su vida: la adolescencia. En este viaje, en la España de la Expo y de las Olimpiadas del 92, Celia descubre que la vida está hecha de muchas verdades y algunas mentiras.
Por supuesto, todas las chicas están creciendo y llegando a la adolescencia, pero la madurez del carácter sugerida por Celia es solo un eufemismo de la puesta en escena libre de cualquier tipo de tensión de ese cambio tan importante solo para ser asimilado y crear un estancamiento en la narrativa. Significativamente, el estancamiento disfrazado encaja con el cambio social engañoso que sutilmente se asemeja a la narrativa principal. España no ha llegado a un acuerdo con su pasado fascista hasta el día de hoy y si ya se hubiera abierto a la sociedad en el año que transcurre la película, Celia no iría a una escuela de monjas por supuesto, donde parte del plan de estudios, es la oración y la confesión.
Donde realmente me he sentido defraudado con LAS NIÑAS, ya la directora podría haber señalado la nocividad de la doctrina religiosa (hablo también de mi experiencia, ya que yo fui a un colegio cristiano, donde todas las mañanas tocaba el “padre nuestro” y “el Ave María”, donde cualquier tipo de peinado que no fuera simple estaba penado con castigo, o sobre todo si te pillaban escuchando música digamos no muy cristiana). Pero no, simplemente tenemos una cantidad de clichés de las películas de “coming age” muy bien rodadas pero que no deja de ser algo que hemos visto en demasiadas ocasiones: primer cigarrillo, primer sostén, primer lápiz labial, los condones se desenvuelven con risas, este niño me está mirando y hay aún más risas, aparte de que parece que en el año 92 solo en nuestro país se debía de escuchar “Héroes del silencio”. No ocurre nada más dramático en el mundo de los protagonistas estereotipados, que no ven razón alguna para rebelarse. La directora normaliza de paso una apatía política y un letargo intelectual que aparentemente ha sido compartido por las buenas criticas de la prensa especializada.
En definitiva y resumiendo: Sin una trama notable y
personajes interesantes, la película de Pilar Palomero se
prolonga como una de las lecciones de la escuela cristiana en donde estudia la
protagonista. Probablemente por eso, los personajes jóvenes están atrapados en
un callejón sin salida intelectual. Aunque la influencia represiva de la
religión da forma a la trama, nunca se cuestiona críticamente. Combinado con un
sexismo comedido, que niega a las jóvenes cualquier interés político, ecológico
y artístico, el resultado es una lección de adaptación que va perdiendo interés
en cada minuto que pasa, solamente el elenco actoral es capaz de hacer que LAS NIÑAS tenga un
aprobado. Pero sin duda, a mi no me ha fascinado.