Pobres Criaturas (2023)

 

En un mundo cinematográfico donde las fronteras entre la originalidad y la copia se van difuminando gradualmente, surge una cinta que desafía las expectativas y redefine lo que entendemos por intrépida narrativa visual. "POBRES CRIATURAS" (2023) se presenta como una distorsionada experiencia de visionado que emparenta, aunque distantemente, con el archiconocido icono de la cultura pop que fue la película "BARBIE" (2023). Esta comparación, que podría parecer forzada en un principio, encuentra su justificación en la exploración de la identidad femenina y la autonomía personal, conceptos que son tratados con una profundidad y una osadía que "BARBIE" jamás rozó.

Bella Baxter es una joven revivida por el brillante y poco ortodoxo científico Dr. Godwin Baxter. Bajo la protección de Baxter, Bella está ansiosa por aprender. Hambrienta de la mundanidad que le falta, Bella se escapa con Duncan Wedderburn, un sofisticado y perverso abogado, en una aventura vertiginosa a través de los continentes. Libre de los prejuicios de su época, Bella se vuelve firme en su propósito de defender la igualdad y la liberación.

Con la destreza narrativa que caracteriza a Yorgos Lanthimos, "POBRES CRIATURAS" emerge como un provocativo festín cinematográfico que, aunque comparte la época de producciones anteriores, huye de cualquier didactismo para sumergirse en un sinfín de propuestas estéticas y narrativas. Centrándose en el libro de Alasdair Gray, el film traspasa el celuloide para convertirse en un suntuoso banquete visual que se resiste ferozmente a ser etiquetado o categorizado en algún genero especifico. La película de Lanthimos reta al espectador a través del personaje de Bella, interpretada magníficamente por Emma Stone. La actriz, en lo que podría ser denominado uno de los papeles más arriesgados de su carrera, se transforma en una mujer con la inocencia de un recién nacido alojada en el cuerpo de una adulta. Stone se sumerge en la controversia con una autenticidad pasmosa, alejándose de la superficialidad para adentrarse en las complejidades de su personaje y su abrupto viaje hacia el auto descubrimiento, trazado a través de una hipersexualidad desafiante.



El terreno religioso y lo grotesco, elementos que Lanthimos maneja con una destreza propia de un buen director del séptimo arte. Pero, aun con la predominancia de Stone, "POBRES CRIATURAS" se engrandece con un elenco de reparto digno de aplauso. Willem Dafoe encarna al científico que podría haber sido caricaturizado en otra cinta, pero en este caso, logra extrapolar al personaje con una mezcla de comedia oscura y paternidad frustrada, explorando rincones de la humanidad que pocas veces se iluminan en la gran pantalla. Por otro lado, la interpretación del carismático Mark Ruffalo, que roza el pastiche con su Duncan Wedderburn (aunque opino, que puede estar basado en una persona real), imprimen capas adicionales de complejidad a una historia ya de por sí rica en matices.




La estética es un actor más de esta obra, con escenarios oníricos e hiperrealistas que denotan una intención deliberada y meticulosa, obra del director de fotografía Robbie Ryan. Atados todos estos elementos con la partitura de Jerskin Fendrix, el resultado es un collage audiovisual que debería resonar con fuerza en las nominaciones de los premios de la academia. Posiblemente no es una película hecha para complacer a las masas o para seguir las convenciones. Es, sin lugar a dudas, el proyecto más accesible de Lanthimos por detrás de LA FAVORITA (2018) para un público más amplio, rechazando el nihilismo de sus trabajos anteriores y abrazando un tono inesperadamente optimista. Incluso aquellos escépticos de su filmografía previa se verán tentados a sumergirse en esta experiencia cinematográfica única, a pesar de unos últimos 20 minutos que podían haber sido totalmente eliminados, en un mensaje general que ya ha calado en el espectador.



En definitiva y resumiendo: "POBRES CRIATURAS" es una radiante joya que flota en un mar de repeticiones y formatos desgastados, un faro de esperanza para la originalidad que debería ser celebrado y, sobre todo, experimentado en su totalidad. No es mero entretenimiento, es una mezcla entre la luz y la oscuridad, entre la ingenuidad y la seducción, una pieza que persistirá en nuestras mentes mucho después de que se hayan encendido las luces de la sala, ya sea para bien o para mal.