En los últimos años de la década de 1920, cuando el cine aún titubeaba entre el silencio y la palabra, LA CARTA (1929) se alzó como una obra de tránsito. Dirigida por el francés Jean de Limur, fue una de las primeras películas completamente sonoras filmadas en los estudios Astoria de Nueva York, un espacio donde Hollywood comenzaba a explorar el nuevo lenguaje del sonido. Adaptación de la célebre obra de teatro de W. Somerset Maugham, la cinta no es solo un drama de pasiones y celos ambientado en una plantación de caucho en la Malasia colonial, sino también un testimonio sobre el propio proceso de transformación del cine: un arte que aprendía a escuchar sus propias emociones.
Aburrida con la vida que lleva en una plantación de caucho en las Indias orientales, Leslie Crosbie busca en Geoffrey Hammond el amor y la diversión que no encuentra en su marido. Sin embargo, Geoffrey se enamora de una mujer china y Leslie dispara sobre él, matándole.

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