En un Hollywood que exprime secuelas como si fueran naranjas en una máquina industrial, NADIE 2 llega como la consecuencia inevitable del inesperado éxito de NADIE (2021). Aquella primera entrega nos sorprendió mostrando a Bob Odenkirk convertido en un vengador doméstico. Ahora, con Timo Tjahjanto al mando (responsable de la sanguinaria THE NIGHT COME FOR US), la franquicia se aventura por un camino más “familiar”, llevando a Hutch Mansell y su clan a un viaje de vacaciones que, como era de esperar, acaba en masacre organizada.
La premisa es bastante sencilla, y a partir de ahí, la película se convierte en una sucesión de persecuciones, peleas y tiroteos que recuerdan inevitablemente a John Wick, aunque con un barniz de comedia familiar. Hay un intento de giro con el formato “road movie”, pero en realidad la historia transita por senderos demasiado conocidos: héroe reacio, villanos de manual y giros argumentales que se intuyen antes de que lleguen.
Eso sí, cuando Tjahjanto despliega su gran talento en las escenas de acción, el espectáculo sube de nivel. Coreografías brutales, uso creativo de los escenarios (la secuencia final en una feria) y una violencia estilizada que combina lo grotesco con lo divertido. La fotografía de David Ungaro sabe jugar con el contraste entre paraísos soleados y rincones sombríos, mientras que la música de David Sardy, con sintetizadores y guitarras, pone la adrenalina en marcha. Como entretenimiento de verano, cumple con creces: rápida, ruidosa y catártica.
En el apartado actoral, Odenkirk vuelve a demostrar que, incluso a los 62 años, puede ser un héroe de acción convincente sin caer en la autoparodia. Nielsen gana peso y presencia, participando activamente en alguna escena de acción y aportando un contrapunto emocional que se agradece. Christopher Lloyd aparece como el abuelo excéntrico, recordándonos por qué verlo en pantalla siempre arranca una sonrisa, RZA se roba la pantalla con una duelo entre katanas y Sharon Stone y Colin Hanks completan un reparto sólido como los villanos de la función.
Donde la cinta tropieza es en lo que pretende decir más allá de los golpes. Hay destellos de un debate interesante sobre la herencia de la violencia —Hutch teme que sus hijos repitan su camino—, pero nunca se desarrolla. El humor, aunque ocasionalmente eficaz, interrumpe la gravedad del relato en lugar de integrarse con él. Al final, la película prefiere ser cómoda antes que arriesgada, repitiendo la fórmula sin el frescor que hizo especial a la primera aunque añadiendo mas violencia gratuita a la formula.
En definitiva y resumiendo: Un 2025 saturado de secuelas y blockbusters, NADIE 2 se defiende dignamente en como entretenimiento veraniego gracias al magnetismo de Odenkirk y a la dirección de Timo Tjahjanto. El largometraje ofrece acción vibrante, pero se queda atrapada en el molde de “más de lo mismo”. Una opción simpática para una sesión ligera de cine, pero lejos de ser memorable. Es una de esas películas que entretienen en el momento y se olvidan al día siguiente.