Expediente Warren: El último rito (2025)

 

No todas las despedidas son iguales. Algunas marcan con fuerza y dejan huella; otras, en cambio, se apagan poco a poco hasta perderse. EXPEDIENTE WARREN: EL ULTIMO RITO pertenece a esta segunda categoría. La película llega con el peso de cerrar más de una década de historias de posesiones y exorcismos, pero en lugar de despedirse con un golpe de autoridad, lo hace con un eco conocido, repetitivo y poco arriesgado.

Los investigadores de lo paranormal Ed y Lorraine Warren se enfrentan a un último caso aterrador en el que están implicadas entidades misteriosas a las que deben enfrentarse.

Lo mejor sigue siendo el corazón de la saga: Patrick Wilson y Vera Farmiga. Su química como Ed y Lorraine Warren es el motor emocional que sostiene la película incluso cuando el guion flaquea en demasiadas ocasiones. En esta entrega, que supuestamente marca su retiro definitivo, vemos el cansancio físico y emocional de dos personajes que han cargado durante años con el peso de lo sobrenatural. Esa vulnerabilidad resulta más interesante que la propia amenaza demoníaca que enfrentan.


El gran problema es que la dirección de Michael Chaves no se atreve a salir de la zona de confort. La estructura es la de siempre: familia en apuros, objeto maldito —esta vez un espejo— y un clímax ruidoso y caótico que llega demasiado tarde. Todo se siente demasiado familiar. La atmósfera opresiva y el suspense que James Wan supo construir en las primeras entregas brillan por su ausencia. Aquí el terror se limita a los sustos de sonido, previsibles y sin verdadera capacidad de inquietar. Hay escenas puntuales que funcionan  y son interesantes, pero ninguna logra esa tensión sostenida que convirtió a la saga en un referente del terror moderno en sus inicios. 


Tampoco ayuda el guion, que intenta dar protagonismo a la hija de los Warren en una sub-trama donde vuelve un referente de la saga, pero que ya esta tan utilizado que acaba molestando es ser una mera repetición, pero sin integrarla del todo a la trama principal. El ritmo es irregular: escenas alargadas sin necesidad, tensión que nunca termina de despegar y una duración que se siente excesiva. El resultado es una película que, en lugar de mantenerte pegado al asiento, a veces invita a mirar el reloj o incluso en pegar una cabezada.


En definitiva y resumiendo: EL ÚLTIMO RITO es un cierre hecho para los fans más fieles. Quienes simplemente quieran reencontrarse con Ed y Lorraine probablemente quedarán satisfechos, pero quienes esperaban un broche de oro para una saga que redefinió el terror comercial saldrán decepcionados o mas bien con una indiferencia bastante notable. La película es correcta en su cariño hacia los personajes, pero demasiado conservadora en lo cinematográfico y el genero de terror. Nos despedimos de los Warren no con el miedo en el cuerpo, sino con una sensación de déjà vu de algo que ya hemos visto antes y mejor.