Alpha (2025)

 

Hay momentos en los que uno simplemente llega al límite. Y con ALPHA, la nueva película de Julia Ducournau, ese momento ha llegado para mí. Hablo de una directora que, durante años, ha generado tanto fascinación como rechazo, pero que siempre despertaba algo. CRUDO (2016) supuso un golpe visceral. TITANE (2021) dividió al mundo mientras ganaba la Palma de Oro, elevando a Ducournau al Olimpo como una de las voces más atrevidas del horror corporal contemporáneo.

Por eso, quizá con demasiada ingenuidad, me atreví con ALPHA con la esperanza de reencontrar esa energía bruta, ese filo incómodo que la caracterizaba y que muchos alaban. Pero ALPHA no solo me decepcionó: marcó el punto final de una relación creativa que ya no tiene nada que ofrecerme. Ducournau y yo hemos llegado a un callejón sin salida.

Alpha es una problemática adolescente de 13 años que vive con su madre soltera. Su mundo se derrumbará el día que vuelve del colegio con un tatuaje en el brazo.

Ducournau siempre ha utilizado el cuerpo como territorio de conflicto, como espejo de identidades desbordadas o en construcción. Sus dos primeras películas, con sus excesos y riesgos, al menos tenían una dirección clara: hablaban sobre volverse, sobre romper límites, sobre encontrarse —o perderse— en el proceso. ALPHA, en cambio, es una obra que intenta replicar esa intensidad, pero sin nada detrás. Una mezcla de ideas que nunca llegan a cohesionar, una colisión de símbolos que no encuentra foco. La película combina dos tramas —una epidemia de un virus y la adicción del tío de la protagonista— con la esperanza de que su yuxtaposición genere profundidad. Pero lo único que genera es confusión y frustración y en mi caso, indignación. La energía salvaje de Ducournau, de la que dicen que te seduce o te incomoda, aquí simplemente se siente perdida, sin ningún tipo de rumbo.


El paralelismo entre el virus de ALPHA y la crisis del VIH en los años 80 y 90 es evidente y, en teoría, sugerente. Marginalidad, miedo irracional, violencia social: todo lo necesario para construir un drama emocionalmente devastador. Pero Ducournau apenas roza la superficie e intenta venderte otra vez, una obra que es una completa "vendida de humo". Introduce el tema, insinúa los estigmas, presenta la exclusión… y luego lo abandona sin motivo aparente. Lo que parecía el eje emocional de la protagonista queda relegado a un recuerdo impreciso, como si la película dudara de su propio interés. Una vez cruzamos la mitad de la historia, queda una irrelevancia absoluta. Y peor aún: ver cómo la película parece olvidar sus propias premisas, solo para ofrecernos imágenes superficiales, solo para añadir minutos a una broma que se le ha ido de las manos y que solo enamorara a ese publico que vive de las notas de Letterboxd.

La sub-trama del tío, consumido por la adicción y la culpa, es lo único que funciona con autenticidad. Hay una escena concreta, profundamente desgarradora, que evidencia que Ducournau todavía es capaz de tocar fibras humanas cuando se lo propone, y que piensa realmente en lo que hace y para quien lo hace. El reparto, además, entrega actuaciones sólidas, comprometidas, que intentan sostener un proyecto que se derrumba minuto tras minutos. Pero una película no se salva por un único destello, o una increíble actuación del actor Tahar Rahim. Una estructura narrativa necesita más de una columna para no derrumbarse. 


El gran problema de ALPHA es su incapacidad para centrarse. Ducournau intenta hablar de marginación, espiritualidad, familia, aislamiento, identidad cultural, adicciones, cuerpo, sociedad y trauma… todo en una misma obra, añadiendo algún elemento fantástico para así captar algún espectador perdido. El resultado es un amasijo de ideas inconexas, sobrecargado y sin rumbo. La película se extiende, se diluye, se contradice y, lo que es peor, se hace pesada. No por su crudeza, sino por su falta de claridad. Es la sensación de ver a alguien que se cree jefe de cocina de una estrella michelín y como mucho te hace un plato de macarrones con tomate. Que nadie se engañe: ALPHA tiene destellos visuales. Existe una capacidad para construir imágenes perturbadoras, atmósferas densas y simbolismos corporales sugerentes. Hay planos que si son dignos de aplaudir. Pero la estética ya no es suficiente. tras ALPHA, se vuelve evidente: el cine de Ducournau necesita una historia que acompañe a su imaginería, no un conjunto de ideas sueltas disfrazadas de tema profundo. Ya no basta con que algo “se vea bien”. También debe decir algo. Y aquí, sencillamente, no lo hace.

En definitiva y resumiendo: Que cierto sector de espectadores se sientan fascinados por el cine de Ducornau es admirable y sobre todo respetable. Y siento si mi crítica ha sido demasiado definitiva, pero tras ver ALPHA no me queda otra opción. No dudo que muchos seguirán viendo en Ducournau una visionaria. No niego su valor como creadora de imágenes, pero ALPHA es una película fallida, caótica, hinchada, frustrante y con ese tufo a pedantería que desprende desde su primera obra. CRUDO me parece un proyecto de fin de curso de alguien que se siente superior a los demás y TITANE... bueno, tenia sus momentos "mamarrachos" que la salvaban de la quema. Y después de mi tropiezo con ALPHA, al menos para mí, la relación se rompe con esta directora. Lo que venga después de Ducournau… que lo vea quien siga enamorada de su cine y que dure durante muchos años, esa bonita relación.