Hay películas que se ven y se olvidan. Otras, en cambio, se incrustan como astillas en la memoria colectiva, incómodas, punzantes, imposibles de ignorar. HAZ LO QUE DEBAS (1989), de Spike Lee, pertenece con honores al segundo grupo: no por perfecta, sino por necesaria. Es una obra que no solo se atreve a mirar de frente las tensiones raciales de Estados Unidos, sino que las empuja hasta el punto de ebullición, como si la pantalla misma fuera un asfalto ardiente al mediodía. Brooklyn. Verano. Calor demencial. Pero no solo el meteorológico: hay un bochorno moral que lo impregna todo. En el barrio de Bedford-Stuyvesant, los roces entre comunidades laten como una bomba de relojería. Spike Lee, con la precisión de un orfebre y el descaro de un grafitero, construye un fresco coral donde la comedia y la tragedia bailan pegadas, como dos amantes que saben que su romance acabará mal.
La trama, un mosaico de caracteres y tensiones, orbita en torno a Mookie (Spike Lee), un repartidor de pizzas empleado por Sal (Danny Aiello), cuya pizzería italoamericana es un baluarte cultural en un vecindario predominantemente afroamericano. A lo largo de un día abrasador, Lee presenta un elenco coral: Buggin Out (Giancarlo Esposito), un agitador que exige rostros negros en el “muro de la fama” de Sal; Radio Raheem (Bill Nunn), cuya presencia imponente y su radiocasete tronante encarnan la resistencia cultural; y figuras como Da Mayor (Ossie Davis) y Mister Señor Love Daddy (Samuel L. Jackson), que aportan gravitas y jocosidad.