Cuando los peculiares dibujos de una niña cobran vida, dejando una estela de caos y polvo de lápices de colores, una familia en duelo tiene que unirse para luchar contra ellos.
Hay que reconocerlo: la idea de dar vida a dibujos infantiles es fresca, y su ejecución estética merece aplauso. Los monstruos, modelados con un CGI que imita la textura de ceras y rotuladores, poseen un aire entrañablemente torpe, como si hubieran escapado del cuaderno de un niño directamente a la pantalla. Ese detalle visual aporta personalidad en un mar de producciones que aún sueñan con el hiperrealismo de videojuego. El elenco infantil tampoco desentona. Sus actuaciones transmiten naturalidad, y la espontaneidad de sus diálogos rescata incluso las escenas más pesadas. La película, pese a todo, respira mejor cuando son ellos quienes sostienen el relato. Y está el trasfondo, claro: el duelo como núcleo. No es poca cosa introducir en un filme familiar preguntas incómodas sobre la pérdida, la memoria y la necesidad de darle forma al dolor. El corazón de SKETCH late con sinceridad, aunque a menudo con arritmia.
El problema llega cuando la película intenta decidir quién quiere ser. Oscila entre comedia ligera, drama lacrimógeno y terror para principiantes, como un actor que cambia de máscara sin convicción. Esa indecisión acaba volviendo inconsistente el relato: demasiado infantil para los adultos, demasiado solemne para los niños. El ritmo tampoco ayuda: escenas que se alargan como chicle, secuencias redundantes, diálogos que explican en exceso lo que ya era obvio y que se asemejan mas a un sermón que puede dar un cura los domingos en la iglesia. Cuando intenta conmover, lo hace con subrayador fosforescente, olvidando que a veces un silencio duele más que un discurso. Incluso los monstruos, a pesar de su inventiva estética, carecen de verdadero impacto. Funcionan como curiosidad visual, sí, pero rara vez como catalizadores de emoción o miedo. La película queda atrapada en un limbo: entretenida a ratos, intrascendente en conjunto.
Y aquí me voy a meter en una opinión propia en la que puedo estar equivocado, durante semanas SKETCH tuvo solamente criticas positivas en los medios donde era reseñada en Estados Unidos. Unas notas tan positivas, que haría sonrojar a Kubrick, y que resulta difícil de creer cuando uno sale de la sala totalmente frio tras lo que acaba de ver. La explicación no es tan misteriosa: Angel Studios, la distribuidora de largometrajes con mensajes extremadamente cristianos, ha demostrado ser maestra en campañas de marketing con tintes mesiánicos. Ya lo hicieron antes: movilizan a su comunidad, inflan valoraciones y transforman productos modestos en fenómenos artificiales. El problema no es la fe de su público y los feligreses que acuden en masa, sino la trampa de presentar como una gran obra lo que apenas roza lo aceptable. El contraste es evidente: la unanimidad de elogios y la tibieza de la experiencia real generan una sensación de manipulación que pesa más que cualquier monstruo realizado con rotulador en el largometraje. No es solo la película la que se debilita, sino también la confianza en la crítica como espacio honesto de debate cultural.
En definitiva y resumiendo: SKETCH. CUIDADO CON LO QUE DIBUJAS pudo haber sido un relato conmovedor sobre la infancia herida y la creatividad como refugio. Y en algunos pequeños momentos lo es. Pero sus titubeos narrativos, su tono errático y su superficialidad emocional la convierten en un entretenimiento vacío, más simpático que trascendente. Lo más grave, sin embargo, no es su mediocridad, sino el disfraz con el que se presenta. Cuando la publicidad se disfraza de crítica, el espectador termina pagando no solo una entrada, sino también la factura de la ingenuidad. Bajo mi punto de vista, una película que no convence ni a niños ni a mayores, que se queda en un limbo del que es difícil salir.