EL CHICO (1921) no fue solo el primer largometraje de Charlie
Chaplin, sino que también se convertiría posiblemente en su obra más
personal. Un proyecto realizado desde el corazón que acabó con una crisis
creativa. Irónicamente, en las horas más oscuras de su vida, porque su hijo
gravemente discapacitado acababa de fallecer apenas tres días después de su
nacimiento. Como el destino lo quiso, en este momento descubrió a Jackie
Coogan, que solo tenía 6 años en el escenario de un teatro y reconoció
su extraordinario potencial. Se convertiría en su coprotagonista y, durante un
corto tiempo, en uno de los niños más famosos del mundo en ese momento, lo que,
sin embargo, le trajo poca suerte en los años venideros. Aquí, sin embargo, se
le permitió hacer algo que nadie más podía hacer: encontrarse con el brillante
y egocéntrico Chaplin a la altura de los ojos, robar alguna de sus escenas, que
de otro modo estarían realizadas exclusivamente para el brillo del propio Chaplin.
Una mujer de escasos recursos (Edna Purviance),
ha tenido un hijo siendo soltera, y al sentirse abandonada por el padre del
niño, decide también ella abandonar al bebé, con la esperanza de que una
familia rica lo coja en adopción. Pero el pequeño terminará en manos de un
vagabundo (Charles Chaplin), quien pronto se encariñará con él y
decidirá sacarlo adelante como sea. Cuando el niño, llamado ahora John (Jackie
Coogan) llega a los cinco años, la lucha por la supervivencia y por
permanecer juntos será toda una aventura.