
Y entonces sucedió. TITANE
(2021) el segundo largometraje de la directora Julia Ducournau recibió
la Palma de Oro de Cannes por el jurado encabezado por el director Spike
Lee. En ese momento me puse las manos en la cabeza porque siendo
sinceros, Ducournau como directora me parece una autentica “ferias”.
Su primera película CRUDO (2016) me pareció
un ejercicio de pedantería extremo, una palmadita en su propia espalda, que
intentaba vender una historia de feminismo, mayoría de edad, canibalismo y
veganismo, que resulto ser bajo mi opinión, algo que solo los de alto “carnet cinéfilo”
sabrían apreciar (o dar la sensación simplemente). Así que mis ganas de ver TITANE eran ningunas. Además, la directora cada
vez que habla parece que se ha creado un “alter ego” donde ella es la primera directora
que ha cambiado el cine de genero fantástico, terror o cualquiera (porque ella es
la primera en todo) provocando en mí, un completo rechazo. Eso para vender TITANE a los fanáticos del genero puede funcionar,
y ha funcionado… porque si la vendiera como lo que realmente es la película, no
veo a mucho espectador adicto a la hemoglobina entrando en la sala. Pero como critico de cine, se ha estrenado en
CINEMES LAS VEGAS y como sabéis, realizo las criticas de los estrenos, así que…
ha tocado ver TITANE.
Adrien Legrand vuelve a dar señales de vida desde que
desapareciera hace diez años. El niño, con la cara magullada y con signos de
violencia es descubierto misteriosamente en un aeropuerto. Para su padre,
Vincent (Vincent Lindon) esto supone el final de una larga
pesadilla de la que aún no ha llegado a recuperarse. Juntos regresan a casa,
sin embargo, tras el regreso de Adrien comienzan a tener lugar una serie de
crueles asesinatos en la zona.